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#ColumnaInvitada | El presidente y la prensa: “mostrando el cobre”

Con su lenguaje viperino, López Obrador crea un clima de tensión, enfrentamiento y agresividad hacia una profesión ya de por sí denostada, hay que recordar que las palabras si no matan, azuzan.
vie 30 abril 2021 11:59 PM
(Obligatorio)
El presidente en sus mañaneras ha criticado la cobertura que hace la prensa de su gobierno.

“La prensa está mostrando el cobre”, dijo recientemente el presidente Andrés Manuel López Obrador. Una alusión más a los medios que atenta contra, por lo menos, el buen gusto, y que es impropia de un jefe de Estado democrático. A juzgar por los distintos informes de grupos internacionales en defensa de la libertad de expresión, el presidente es uno de los mandatarios con mayor número de ataques verbales a la prensa de su país.

Pareciera, por tanto, que las palabras se le revierten al presidente. Como ha apuntado Artículo 19, “al demonizar a la prensa, lejos de dirigirse hacia una verdadera transformación, sigue prácticas autoritarias que socavan la democracia”.

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En su reporte Distorsión: El discurso contra la realidad , el organismo asegura que muchas de las agresiones contra la libertad de expresión en México provienen desde el mismo aparato estatal y se multiplican por la estigmatización de la prensa que se propaga desde el poder. En sus comentarios sobre la prensa, “el titular del Ejecutivo pontifica, juzga, moraliza, estigmatiza”, insiste el informe.

Pero López Obrador lo niega: “Nunca he utilizado un lenguaje que estigmatice a los periodistas”, ha jurado. Es más, ha reclamado que “nunca se ha insultado tanto a un presidente”. Para la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), Artículo 19 o la ONU, en cambio, nunca se ha insultado tanto a la prensa.

Desde el término “prensa fifi”, que comenzó a utilizar al inicio de su mandato en las conferencias mañaneras para referirse a ciertos medios, hasta “prensa inmunda” que escuchamos recientemente, el presidente ha, en efecto, utilizado un lenguaje estigmatizante. Y, como se sabe, la violencia en el lenguaje, sobre todo ejercida desde el poder público, genera más violencia, tanto moral como física.

En sus discursos , AMLO ha dicho que los periodistas “le muerden la mano a quien les quitó el bozal”, y que el periodismo está al servicio de los conservadores, a quienes además califica de “hipócritas, fantoches, corruptos”. Ha dado lecciones de periodismo: “Para el hampa del periodismo la calumnia, cuando no mancha, tizna”; “ese periódico, si sigue así, va a terminar como un pasquín”, y ha advertido que va a seguir hablando así, a pesar de las críticas.

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El problema es que las palabras si no matan, azuzan. Con su lenguaje viperino, López Obrador crea un clima de tensión, enfrentamiento y agresividad hacia una profesión ya de por sí denostada. La SIP ha denunciado que “desde el poder político continúa el avance por desacreditar el ejercicio del periodismo, generándose un clima hostil que puede degenerar en acciones violentas concretas contra medios y periodistas”. Incluso, el propio informe de Artículo 19 advierte de la gravedad de un discurso en el que se antoja “amenazar, agredir y asesinar periodistas sin temor a que haya alguna respuesta contundente del Estado”.

Cada vez que se nombra a la prensa en las conferencias mañaneras en términos o acepciones violentas, se contaminan de violencia. Además de afrentar, la palabra estigmatizar significa, según la Real Academia de la Lengua, marcar a alguien con un hierro candente. Ambas acciones, aunque una textual y otra figurativa, las vemos en las constantes adjetivaciones del presidente hacia el ejercicio del periodismo y los periodistas en México.

En medio de la polarización existente en el ambiente político, cada descalificativo acrecienta la crispación. En el contexto de los atentados contra la libertad de expresión, estas palabras son poderosos dardos. Por si fuera poco, la reproducción de las mismas en las redes sociales ponen altavoces a la agresión. En las conferencias de prensa del mandatario, esas salidas de tono se convierten en lo más noticioso; parece que resulta más fácil descalificar al contrario que explicar un programa de medidas o de acciones.

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Mientras que en el presidente predomine un tono de intolerancia, no sepa escuchar y pase a los insultos y exabruptos, no aprovechará sus recursos para ponerlos a favor de una sociedad más justa y abierta, su principal responsabilidad.

Andrés Manuel López Obrador debiera reflexionar sobre el uso malintencionado y agresivo de las palabras para no contribuir a las espirales de violencia; desechar estas expresiones, porque suponen desconocimiento, discriminación, desprecio y dosis de agresividad verdaderamente peligrosas. De hacerlo, sería esa su aportación a una sociedad más comprensiva, respetuosa, educada y tolerante.

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Nota del editor:

La autora es directora de la carrera de Comunicación y Periodismo en el Tecnológico de Monterrey, campus Santa Fe. Síguela en Twitter y en LinkedIn . Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.

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