#ColumnaInvitada | Si no nos dividen, venceremos

Los mexicanos sabemos responder ante las adversidades. Reconocemos el valor de la unión y la solidaridad. Sabemos que la unión es la única salida real.
La polarización promovida por Morena será determinante en las elecciones de junio.

Normalmente, uno aplica los refranes y dichos populares justamente porque encierran una gran sabiduría. La historia nos da contexto del porqué se utilizan dichas frases y se entiende su significado y potencia en las grandes definiciones de la humanidad. Sin embargo, no siempre aplican sin excepciones. Hay ocasiones en que deben analizarse otras opciones o alternativas.

Revisemos lo que ha venido sucediendo en el país en los últimos años, y particularmente a partir de la elección de 2018. México tuvo durante un par de décadas una evolución importante en muchos rubros sensibles en cuanto a abatir niveles de pobreza, marginación y diferencias sociales. Eso se puede comprobar objetivamente con los datos que arroja el censo nacional del INEGI 2020 al comparar las cifras de una década. Los avances son importantes, pero no suficientes. Es claro que hay aún grandes y dolorosas diferencias. Las tareas para resolverlas son aún complejas, transversales, y de largo aliento.

Lo cierto es que gran daño le ocasionó al avance en las tareas prioritarias señaladas, el hecho de que se hubiera desatado una calamidad en el país en temas de corrupción. Aunque no es un tema cultural, lo cierto es que en el sexenio anterior la dupla Videgaray-Peña Nieto desplegaron una rapacidad fuera de control. Fue ese abuso el que sentó las bases para que la oferta de Morena y su candidato presidencial prevalecieran en las urnas en 2018. Lo delicado de dicha coyuntura es que se metió al país en un tobogán fuera de control.

La estrategia que siguió desde el origen Morena fue la de proponer la estigmatización de clases sociales y dividirnos a todos en bandos antagónicos. Una narrativa de gran calado para generar una reacción visceral y emotiva del electorado. Una receta de populismo que dio frutos porque desató un instinto de rabia y desencanto. Una forma artera de provocar que el enojo del pueblo y la división subyacente produjera la reacción para dominar en las boletas. Se vale en una elección y se hizo así. El tema es que sigue a partir de entonces.

Para entrar a resolver los grandes temas que requieren atención no se puede seguir esa ruta de dividir y pretender que eso logrará avances. El país requiere otra dinámica, particularmente cuando atravesamos la peor crisis de violencia, económica y sanitaria en los últimos 100 años. La mecánica de dividir para vencer tuvo algún mérito en los comicios, pero hoy constituye una lesiva y mal intencionada manera de polarizar en aras de confundir y engañar a la población de que somos enemigos entre nosotros. Esto es ilegítimo y no puede seguir así.

Dejemos claro que el que las grandes diferencias y rezagos en el país se resuelvan es de nuestro absoluto interés. Con lo que no podemos convivir es que en base a una retórica estéril de fragmentar al país, destruir libertades, atacar la división de poderes (incluyendo jueces valientes), ignorar los legítimos reclamos de las mujeres, vulnerar la capacidad de gestión del gobierno, dilapidar recursos en obras sin sentido, desaparecer fondos para proteger a sectores vulnerables, desamparar a niños con cáncer, promover el uso de energías sucias, atacar la sustentabilidad y los ecosistemas frágiles, ignorar a la ciencia y las mejores prácticas, despreciar la disidencia, y en general desatender las prioridades por una agenda de concentración de poder y procuración clientelar es simplemente vil. El país merece algo mejor.

Afortunadamente, hay quienes podemos ver más allá de la estrategia de fragmentación y destrucción. Los habitantes de este país sabemos responder ante las adversidades. Reconocemos el valor de la unión y la solidaridad. Sabemos que, para entrarle de lleno a las causas de los problemas y resolverlos, la unión es la única salida real. No vamos a claudicar ni caer en la trampa binaria de enfrentarnos. Sabemos que el país requiere salidas de fondo, no para regresar al pasado inmediato, y mucho menos a la década de los 70s. Es el momento del despertar ciudadano en que ese gran liderazgo que se quiere es el que cada uno llevamos dentro de nosotros mismos, puesto que es en torno a los objetivos (y no un líder efímero y absurdo) que la suma es natural, posible, potente e imbatible.

Así es que el mensaje es claro y contundente. No más divisiones. No más distancia. No más buscar las diferencias. Ahora, lo importante es sumar, unirnos, y ver en el respeto a la Constitución, libertades e instituciones el elemento natural de cohesión y afinidad. La unión en torno a dichas premisas garantizan la victoria de la razón y el sentido común. La prueba clara de tal fenómeno lo constituye el veredicto ciudadano del 6 de junio. Ese día se define al país. Para dividir está Morena y sus satélites. Para unir y velar por un mejor destino y futuro en base a la agenda común ciudadana están los candidatos de “Va por México”. Por ello sumemos y no dividamos. Juntos rescatemos al país. Ni un paso atrás en la firme convicción de vencer. ¡Sí se puede!

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Notas del editor:

Juan Francisco Torres Landa es Miembro Directivo de UNE.

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.