#ColumnaInvitada | ¿Biden o Trump?: dos escenarios para México y la 4T

Biden representaría un cambio estrepitoso para los intereses de la 4T, donde el candidato demócrata ha señalado que el cambio coyuntural de Estados Unidos comenzará en las relaciones con México y América Latina. Centrando a la violencia, la corrupción con el narcotráfico y la pobreza que azota a los países del triangulo norte como el eje central de su doctrina, anunciando la creación de comités especiales para una nueva política migratoria que acabaría con las separaciones familiares y con los campos de concentración en la frontera, políticas desastrosas donde la 4T ha sido partícipe.

Este escenario sería el comienzo de duras y ásperas negociaciones con el gobierno mexicano en distintos frentes, donde Estados Unidos buscaría acabar con las políticas populistas de la región. Impulsando coaliciones multilaterales para afrontar de mejor manera las repercusiones multidimensionales que la pandemia ha traído y comenzar a tratar al cambio climático como la mayor amenaza de nuestros tiempos, impulsando regulaciones estrictas al uso de carbón y emisiones de gases de efecto invernadero, políticas que se anteponen con los macro proyectos e intereses del presidente López Obrador y su gobierno.

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Tras su llegada a la Presidencia, López Obrador ha tenido claro cuál sería su enfoque con Washington desde el día uno: desarrollar una política pacifista, con tintes de subordinación, con la característica de no inmiscuirse en disputas abiertas con la Casa Blanca.

Un claro ejemplo de esto fue la carta que envió Andrés Manuel tras su investidura al mandatario estadounidense, enfatizando sus victorias electorales tan similares, su forma de hacer política, exclamando que ambos habían vencido al “establishment” o “la mafia del poder”. Viendo así una futura relación de cooperación y no intromisión.

Con esta carta, no solo se justificaba el discurso xenofóbico que se ha utilizado por años para deshumanizar a millones de mexicanos, sino que aplaudía la narrativa demagógica que Trump utiliza contra sus contrapartes demócratas. En palabras de Jesus Seade, subsecretario para América del Norte y excandidato a presidir la Organización Mundial del Comercio. El funcionario mexicano les tachó de ser el enemigo del pueblo, de politizar el T-MEC al ser obstruccionistas, corruptos y de tratar, injustificadamente, de la peor manera al presidente Trump.

La 4T se ha dedicado a darle diversas victorias políticas a Trump en cada momento que lo ha necesitado. En temas migratorios, el gobierno mexicano ha impulsado y ejecutado políticas punitivas en favor del Partido Republicano. Imágenes de la Guardia Nacional somemtiendo y brutalizando a caravanas migrantes en la frontera sur, o la implementación del polémico programa “Remain in México” ejemplifican esto, donde se han violentando derechos humanos de miles de personas y no se ha respetando las obligaciones del Estado mexicano respecto al Pacto Mundial sobre refugiados y la Declaración de Nueva York. Desatando el enojo de distintos niveles del Partido Demócrata, principalmente de congresistas del Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes y del Caucus Hispano.

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Todo esto mientras el secretario de Relaciones Exteriores posaba para fotorafías oficiales en una reunión, no hecha pública por parte de México, con la mano derecha de Trump en el departamento de Justicia, el Fiscal General William Barr.

Deliberadamente, la 4T ha decidido convertirse en el mejor aliado del Partido Republicano en los últimos años al continuar profesando la narrativa del gobierno de Peña Nieto al hacernos creer que el mejor escenario para México era bajo el yugo de Trump. Pretendiendo que los insultos y la discriminación contra nuestros paisanos no existe. Olvidándose de las separaciones familiares, el encierro de niños migrantes en jaulas y de todo el dolor que 37 millones de mexicanos en Estados Unidos tienen que sufrir por las políticas de odio de Trump, anteponiendo intereses de altos funcionarios y la agenda política del presidente antes que el porvenir de la relación bilateral y el futuro democrático de la región.

De esta manera, si Joe Biden llega a arrebatar la presidencia a Trump, se rompería la narrativa que el gobierno mexicano ha creado en los últimos años, posicionando de nuevo a México y al proyecto de América del Norte como actores globales claves en la reconstrucción del ecenario global.

Sin embargo, ante este escenario, mucho tendrá que explicar Andrés Manuel y su gobierno a los líderes del Partido Demócrata. Su alianza ciega con los republicanos, su intromisión contra las aspiraciones de su candidato presidencial, la difusión de noticias falsas, la armonización con políticas punitivas, el silencio de su gobierno ante los abusos del presidente contra la población latina y la subyugación irracional ante Trump desde su llegada al poder.

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Nota del editor: el autor es licenciado en relaciones internacionales por la Universidad De Las Américas Puebla y es investigador en temas de migración internacional y asuntos coyunturales por el Estado de Puebla.

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.