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#LaEstampa | La pedantería de la senadora Trasviña

La senadora votó con esa pedantería que otorga el poder, o al menos ese poder político al que siempre hemos estado acostumbrados en México. El mismo poder de siempre, el que aplasta sin recato.
jue 22 octubre 2020 11:59 PM
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La senadora Trasviña en la sesión en la que se votó por desaparecer fideicomisos.

Nunca sobra recordar que la promesa central del lopezobradorismo es una renovación moral de la manera de hacer política en México. Es un compromiso mayúsculo, pero admirable. En el fondo, lo que Andrés Manuel López Obrador ha prometido desde hace décadas es el final de la corrupción, la impunidad y los privilegios de la clase política mexicana pero también algo, quizá, más importante: un mejor ejemplo, una nueva dignidad, una nueva altura moral en la conducción de los asuntos públicos.

El tiempo dirá si ha cumplido con la primera parte de la promesa. La segunda parte, sin embargo, es un fracaso.

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Aunque sus sicofantes y el propio presidente intentan justificar sus descalificaciones e insultos a la prensa crítica o sus adversarios políticos como una suerte de inocente derecho de réplica, López Obrador ha degradado la tribuna y la investidura presidencial. Y su ejemplo ha sido contagioso.

El ejemplo más reciente es el exabrupto de Lucía Trasviña, senadora de Baja California, al votar a favor de la extinción de los fideicomisos. “Lucía Trasviña,” dijo la senadora: “¡A favor, cabrones”!

Lo afirmó con esa pedantería oronda que otorga el poder, o al menos ese poder político al que siempre hemos estado acostumbrados en México. El mismo poder de siempre, el que aplasta a la minoría sin recato. El que viene de la impunidad del puesto o el hueso. El de siempre, pues.

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Lo de la senadora Trasviña, como lo del presidente López Obrador, no tiene nada que ver con la renovación moral prometida. Y eso hay que subrayarlo cuantas veces sea necesario. Y no hay que hacerlo en un afán de crítica obstinada sino porque va en contra de la oferta con la que el presidente de México se mantuvo en el centro de la vida pública del país.

En una democracia –y mucho más una en la que ha ocurrido una supuesta transformación virtuosa de la conducta de la clase política– desplantes como la de la senadora Trasviña, que humilla no solo a la oposición sino a la opinión distinta, no deberían ocurrir.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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