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La emergencia sanitaria y el derecho al voto: elecciones en Coahuila e Hidalgo

La experta en elecciones Farah Munayer explica que las acciones y decisiones que se adopten en materia electoral en medio de la epidemia requieren del compromiso de todo el sistema político.
lun 03 agosto 2020 11:00 AM
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Los procesos electorales no se deben de suspender en la pandemia, sino modificar su desarrollo como todos los de otros ámbitos.

El dilema al que las autoridades electorales se han enfrentado en distintos países no tiene una respuesta obvia ni sencilla: ¿cuándo es democrático posponer elecciones y cuándo es democrático realizarlas aún en un contexto de emergencia sanitaria como el que vivimos?

El 1 de abril de 2020, el Instituto Nacional Electoral (INE), mediante resolución INE/CG83/2020, ejerció su facultad de atracción para suspender temporalmente el desarrollo de los procesos electorales locales en Coahuila e Hidalgo debido a la Pandemia COVID-19. Ambas entidades tenían previsto realizar su jornada electoral el 7 de julio pasado a fin de renovar el congreso local, en el caso de Coahuila, y 80 ayuntamientos, en el caso de Hidalgo.

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En un primer momento dos derechos fundamentales parecían contraponerse: el derecho al voto versus el derecho a la salud. Sin embargo, pronto también las autoridades electorales descubrieron que no se trataba de escoger, lo que sería imperfecto, cuál derecho debía privilegiarse, sino que la solución consistía en adaptar sus procedimientos electorales para garantizar ambos.

De casi 100 países que tenían previsto organizar elecciones en 2020, casi 70 han tenido que suspender y reprogramar sus elecciones. Una treintena realizó sus comicios según lo programado, aún en el contexto de la pandemia y, de las que suspendieron, una veintena ya las ha llevado a cabo.

Las más de cincuenta elecciones que se han llevado a cabo durante este 2020 han producido un laboratorio vivo de buenas prácticas. Las autoridades electorales se han reunido en distintos foros internacionales bajo el auspicio de organizaciones como la Organización de Estados Americanos (OEA), IDEA Internacional, la Fundación Internacional para Sistemas Electorales o el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. Siempre bajo la consigna de reactivar lo antes posible sus procesos electorales. Siempre bajo la idea de no pausar la vida democrática de sus países.

Todos estos foros han constituido un rico espacio de análisis. Sin establecer soluciones definitivas ni prácticas de aplicación general, lo que sería imposible dado los distintos marcos jurídicos y la cultura política específica de cada país, se han podido establecer mejores prácticas en dos grandes bloques:

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a) Las que tienen que ver con cualquier modalidad de voto a distancia. El voto anticipado, por ejemplo, ha sido de las mejores prácticas promovidas por las instituciones electorales internacionales.

b) Las que se aplican en sistemas que privilegian o practican el voto presencial.

Si bien en México se han hecho avances para caminar hacia distintas modalidades de voto a distancia (voto postal o próximamente voto por internet para mexicanos residentes en el extranjero) los pilares en los que se basa la confianza de nuestro sistema electoral todavía se encuentran en el voto que se emite en la casilla.

Las acciones que han probado funcionar en esta modalidad tienen que ver con las medidas de protección (uso de caretas y cubre bocas obligatorio), de higiene (uso de gel, lavado de manos y desinfectantes), ambientales (espacios abiertos y que permitan sana distancia) y de comunicación (no sólo es necesario tomar las mejores decisiones sino también es vital que la ciudadanía perciba que son las mejores prácticas).

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Por ello, el 30 de julio de 2020, el INE designó el 18 de octubre como la fecha en la que se realizarían las jornadas electorales antes suspendidas. Si bien es cierto que la emergencia sanitaria no ha cedido, sí lo es que México –y el mundo– han encontrado los mecanismos y procedimientos para mitigar el riesgo. Inclusive, países como Polonia, Singapur o Corea del Sur lograron realizar sus elecciones con altos niveles de participación y sin registrar un aumento en sus contagios.

Ninguna medida ha sido tomada de forma unilateral ni apresurada. Se privilegiará la capacitación virtual, una política de cero contacto en la mesa de votación, el uso obligatorio de cubrebocas, la sana distancia en la fila, permanencia de sólo dos electores a la vez, sanitización de las casillas, medias de higiene concretas, así como el uso de tecnología en distintos procesos. [1] Medidas, todas ellas, que han probado funcionar en países como Mali, Singapur, República Dominicana, algunos estados de Estados Unidos, Corea, Francia o Polonia.

Ya lo ha dicho la OEA: las acciones y decisiones que se adopten en materia electoral en respuesta a esta situación requieren del compromiso de todo el sistema político para resguardar la continuidad de los procesos democráticos. Corresponsabilidad y coordinación entre todos los actores involucrados a favor de la ciudadanía serán vitales para cuidar los fundamentos de nuestra democracia.

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Nota:
[1] Consultar el Modelo de Atención Sanitaria y los Protocolos asociados aprobados en la sesión de Consejo General del 30 de julio de 2020 como anexos al punto 2.

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Nota del editor: Farah Munayer. Maestra en Administración Pública Internacional por Sciences Po. Asesora del Consejo General del Instituto Nacional Electoral.

Twitter @fmunayers

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.

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