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#ColumnaInvitada | Pararemos hasta que la máquina pare

La disminución del presupuesto a programas para mujeres es el signo del desprecio de este gobierno por nosotras; como si quisieran que sigamos siendo la materia prima de esa máquina que nos asesina.
dom 08 marzo 2020 07:00 AM
Fotógrafas mexicanas posan durante la inauguración de la exposición Desde Nosotras
Imagen de la exposición “Desde Nosotras”, muestra inaugurada en las Galería Abierta de las Rejas de Chapultepec. Exposición con fotografías de Elsa Medina y Ángeles Torrejón, así como de fotoreporteras de los medios nacionales y agencias internaciones.

El 8 de marzo conmemoramos el Día de la Mujer como resultado de otras luchas del pasado. En 1977, la ONU declaró este día oficial como parte de las conmemoraciones por el incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist dónde 129 mujeres perdieron la vida.

Los hechos de Triangle Shirtwaist tienen una trascendencia particular porque son el resumen de la lucha de los trabajadores del mundo, pero particularmente de las mujeres: resaltan la lucha en contra de la explotación extrema del capitalismo sobre las mujeres y la complicidad del Estado por el desprecio a nuestras vidas.

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Estas dos características, a pesar de las luchas que se han ganado durante el siglo pasado, no han dejado de ser la regla en el siglo XXI. En nuestro país, las luchas obreras y campesinas dieron como resultado logros trascendentales, como la jornada laboral de ocho horas, o la seguridad social. Sin embargo, las demandas de las mujeres siempre quedaron a un lado: guarderías, permisos por maternidad, no ser despedidas por estar embarazada, alto al acoso de nuestros superiores, salarios iguales por trabajo igual, trabajo desde el hogar, etc.

Estas demandas, solo son algunas de las cosas que permiten que las mujeres puedan desarrollarse libres y seguras en sus centros de trabajo, sin embargo, ni los patrones, ni el Estado ni los sindicatos han estado dispuestos a cumplirlas. Las consecuencias de no tener estas prestaciones son claras, dejar a nuestros hijos e hijas con terceros, salir tarde del trabajo, estar expuestas a ambientes laborales violentos. No es ninguna casualidad que las mujeres más violentadas sean las que tienen trabajos más precarios, como las mujeres que trabajan en las maquilas de la frontera norte de nuestro país.

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Muchas mujeres pensaron que con la llegada del actual presidente, las cosas cambiarían. Las promesas de cambiar el modelo económico, de garantizar el acceso a abortos legales y seguros, entre otras cosas, hicieron suponer que la nueva administración detendría la máquina que nos devora. No fue así.

La disminución del presupuesto destinado a programas para el beneficio de mujeres es el signo del desprecio que este gobierno tiene por nosotras. Sin estancias infantiles, muchas mujeres se quedan sin lugar donde dejar a sus hijas e hijos para poder trabajar; sin refugios para protegernos de nuestros abusadores, muchas mujeres enfrentan el feminicidio como estocada final de la violencia que viven; sin el piso presupuestal mínimo para instituciones como la Comisión Nacional para prevenir y erradicar la violencia en contra de las mujeres y instituto nacional de las mujeres, estamos ante la indefensión del Estado. Es como si quisieran que sigamos siendo la materia prima de esa máquina que nos asesina todos los días, es como si no quisieran que dejáramos de ser esta carne de cañón. El adelgazamiento de las instituciones que nos protegen, los militares en la calles y el aumento de delitos que ameritan prisión preventiva nos ponen a disposición de la máquina de muerte.

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Por todo eso nos ven cada 8 de marzo marchando en las calles. Seguimos exigiendo lo que nos hace falta: el respeto por nuestras vidas. La crisis de violencia feminicida que hoy vivimos es una de las crisis humanitarias más profundas a la que nos hemos enfrentado, pero sin duda sin nosotras en la calles esta crisis no sería visible, y es por eso que nos necesitamos juntas, en la calles, vivas, alegres, festivas, pero recordando todo esto para saber cual es el norte de nuestras luchas.

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Hoy más que nunca necesitamos la legalización del aborto a nivel nacional, los instrumentos institucionales y colectivos que nos garanticen nuestra vida, hoy más que nunca necesitamos que este gobierno se haga cargo de sus fallos y que se dé cuenta de que con militares en las calles, que con una moral evangelista y con una política punitiva estamos más lejos que nunca de un futuro mejor para nosotras.

Sepan que pararemos todos que sean necesarios, para defender nuestras vidas, marcharemos todos los días que sean necesarios para que la máquina se detenga. Porque nosotras ya no estamos dispuestas a ser la carne de cañón de sus políticas, que no seremos la materia prima en la que está sentada su riqueza.

Los Feminismos están construyéndose como las únicas opciones que nos defienden de la máquina de muerte. Hoy los Feminismos son las únicas revoluciones posibles.

Más feminismo, menos "cuarta transformación".

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Nota del editor: la autora es diputada federal independiente.

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.

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