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Morena como oposición de Morena

No será la oposición, que sigue sin articularse, sino el propio partido el que con su trato a aliados y contrarios políticos provocará su fractura interna, dice Viridiana Ríos.
lun 09 diciembre 2019 05:08 AM
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Morena en camino a "la muerte de las mil agujas".

Analistas argumentan que no existen contrapesos al poder de Morena. Yo veo uno y creciente: Morena misma. La inexperiencia de Morena como grupo mayoritario los está llevando a destruirse a sí mismos por medio de divisiones internas.

Tan solo a un año de labor legislativa, en Morena ya han comenzado los resentimientos entre sus aliados. Sienten que no se les toma en cuenta en las decisiones, sino que éstas solo se les informan. Sin tacto político, se les avisa nomás. Las formas y modos que emplea Morena están ofendiendo al PES, al PT y a facciones dentro de Morena misma.

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Es por ello que los liderazgos de Morena, particularmente figuras importantes como Mario Delgado, deben mejorar su capacidad para negociar y hacer política. Ningún partido mayoritario se ha mantenido en el poder sin negociar con otras facciones. La naturaleza de la política es así. Las formas y la inteligencia emocional importan tanto como los votos.

Esta falta de tacto en el grupo mayoritario de Morena proviene en parte de su poca experiencia como mayoría. Muchos de ellos habían estado acostumbrados a ser minoría la mayor parte de sus carreras políticas y por ello, piensan que ahora su meta debe ser imponer la visión de Morena a ultranza. Estiman que los partidos pequeños les deben a ellos su existencia y por ello, operan como si pudieran prescindir de ellos. Esto es peligroso.

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Un partido mayoritario que no llega a acuerdos pierde capacidad para continuar siendo mayoritario en el futuro porque crea enemistades. El PRI lo sabía. Por ello, logró mantenerse en el poder por 70 años a partir de compartir el pastel. Distintas facciones dentro del partido se turnaban las posiciones de mayor poder y una facción jamás derrotó a otra sin darle una salida digna a la mayor parte de sus miembros. El PRI, un partido corporativo, dividía su poder en facciones que otorgaba a caciques locales a los que daba una relativa independencia en sus áreas de influencia. Esto ha llevado a describir al PRI, más que como una dictadura, como una dicta-blanda. Una dictadura por acuerdo y negociación, más que por mano dura.

Morena no está coqueteando con la idea de una dicta-blanda, sino con una forma de liderazgo más fuerte. Los líderes de Morena no solo se burlan constantemente de sus adversarios, sino que incurren en acciones que hieren las susceptibilidades de sus aliados. Carecen de templanza. No parecen poder distinguir entre visiones opuestas, opositoras o enemigas. A todas las clasifican como rivales y las tratan como tal.

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Esta forma de llevar al partido puede tener consecuencias ominosas. Crear enemistades solo por las formas en las que se lleva la cámara es hacer enemigos gratis. Enemigos que podrían evitarse. Facciones enemistadas pueden eventualmente tener incentivos para boicotear al partido o unirse a la oposición.

Aún si unirse a la oposición fuera ideológicamente impensable para algunas de las facciones de Morena, ello no quita que se creen incentivos para que la labor legislativa se dificulte. Es sorprendente cómo aun teniendo mayoría, Morena ha enfrentado dificultades notorias para aprobar cierta legislación. Ello es resultado evidente de una falta de capacidad entre sus líderes que quieren tener un Morena militante y ordenado, sin haber trabajado por crear esa confianza entre sus miembros.

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El liderazgo de una bancada nueva como lo es Morena no se logra en las urnas. Los votos que AMLO haya logrado en 2018 fueron importantes para hacerlos llegar a donde están, pero no los unen hoy como bancada. El liderazgo de una bancada solo se puede lograr a partir de crear condiciones de integridad, empatía y humanidad con todas las facciones que los apoyan y con las que no los apoyan. El liderazgo requiere seguidores.

Si Morena no logra cultivar un liderazgo emocional más efectivo, muy pronto será víctima, no de la oposición que en realidad sigue desarticulada, sino de sus propias divisiones internas. Será la muerte de las mil agujas y la oposición estará esperando feliz, feliz.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autora.

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