#VocesADN: Exclusión económica, el principal rezago para las mujeres mexicanas

Nota del editor: Don Porfirio Salinas es híbrido de política, iniciativa privada y escenario internacional. Priista orgulloso de “el valor de nuestra estirpe” (Beatriz Paredes dixit); antagónico al Peñismo, que atentó contra esta estirpe. Convencido de la política como instrumento de construcción de país, desde cualquier trinchera. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.

CIUDAD DE MÉXICO, (ADNPolítico) - El pasado 8 de marzo marcó un año más del Día Internacional de la Mujer. Institucionalizado en 1975 por la ONU, en realidad la celebración data desde 1911. Más de un siglo de conmemorarlo, pero en México los avances son contrastantes y magros; estamos en un profundo rezago.

La baja inclusión de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad es un problema global. Sin embargo, el aspecto de inclusión laboral y oportunidades económicas es de los más graves que hasta hoy persiste. Lo primero que hay que entender es que la raíz del problema es sociocultural.

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Históricamente se han inculcado estereotipos sobre los roles que hombres y mujeres debemos cumplir en la sociedad. Y en un país como México, con tan altos niveles de discriminación y machismo, esos estereotipos calan más profundo.

México está situado en el lugar 50 de 149 países en el Índice de Brecha de Género del Foro Económico Mundial 2018. Ciertamente, es un avance después de haber retrocedido 17 lugares en 2017. Pero el avance se debe, en particular, al terreno ganado en participación política.

Esta es la única área en la que nuestro país ha tenido logros importantes. Con las elecciones de 2018, México tiene 48% de Diputadas Federales, y 49% de Senadoras. Somos el 4to país a nivel mundial con Congreso Federal casi paritario. Y en congresos locales se logró el 48% de mujeres Diputadas.

Este avance tan significativo se ha logrado a partir de las reformas de 2002 que impuso el 30% en candidaturas; la de 2008, que lo subió a 40%; y finalmente la de 2013-14, que subió a rango constitucional la obligación de paridad en candidaturas legislativas.

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Lamentablemente, en el poder ejecutivo, los números siguen siendo magros. Solo contamos con una Gobernadora (Sonora) y una Jefa de Gobierno (CDMX). Y solo 27% de las mujeres que contendieron por una alcaldía ganaron en 2018.

Pero en el ámbito económico, la historia es muy distinta. En el mismo Índice de Brecha de Género 2018, México tiene los peores niveles en cuatro aspectos: es el 122 en participación económica y oportunidades, el 124 en participación laboral, el 134 en inequidad salarial, y el 111 en ingresos.

Los datos de la ENOE 2018 son contundentes. La tasa de participación económica de las mujeres (empleo) es de 43.8% (el promedio de la OCDE es de 67%), mientras que de los hombres es 77.5%. Y el 53.2% de esas mujeres no cuenta con prestaciones sociales.

Y si nos vamos a puestos de toma de decisión, México está aún peor. Solo hay 6.5% de mujeres en Consejos de Administración de empresas que cotizan en el mercado de valores, según el CWDI. Somos el país más bajo de América Latina, que es de por sí la región más atrasada.

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En Europa rondan el 35%, en Estados Unidos y Canadá el 20%, el promedio de la OCDE es también 20%, África está en 14%, Asia Pacífico ronda el 10%, y América Latina está en 7.5%.

Si consideramos empresas grandes dirigidas por mujeres, en México apenas rondamos el 1% según la organización Globe Women. Y de las 500 empresas de Expansión , es apenas 0.6%. Según The Economist, China tiene casi 6%, la OCDE tiene 5%, EUA casi 5%, y la Unión Europea 3%.

Y están, por supuesto, los problemas del trabajo doméstico y del trabajo no remunerado. Según la ENOE 2018, 97.5% de las trabajadoras domésticas no tienen acceso a instituciones de salud. Y según el INEGI, el trabajo no remunerado de las mujeres en sus hogares equivale al 17.5% del PIB.

La problemática mundial de inclusión económica de la mujer genera costos económicos, y por lo tanto debe verse como un tema de competitividad, productividad y rentabilidad; no solo de género. A mayor inclusión, mayor crecimiento de los países y con ello más desarrollo y prosperidad.

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La evidencia internacional lo demuestra. Desde 2012, la OCDE publicó que si para 2030 se redujera 50% la brecha de género en sus países miembros, su PIB crecería 6% más; y si se eliminara, se crecería 12% más.

Ese mismo año, Price Waterhouse Coopers calculó que si se igualara el porcentaje de participación laboral entre hombres y mujeres, el PIB de Estados Unidos aumentaría 5%.

En 2015 el McKinsey Global Institute calculó que de lograr la igualdad de participación para 2025, el PIB mundial crecería 26% (12 trillones de dólares); y América Latina 14%.

Evidentemente, México tiene problemas mucho más graves, como la violencia. Según la Segob, diario se asesinan 9 mujeres y niñas, y 66 de cada 100 mujeres han sufrido algún tipo de violencia. Y según INEGI, más de 4 millones declararon ser víctima de violencia sexual en su infancia.

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Los problemas de la mujer en México son profundamente culturales y sociales. Y buena parte de ellos se dan por la alta dependencia económica y social que se ha generado, basada en los estereotipos anquilosados de nuestra cultura machista.

Sin embargo, hoy casi una tercera parte de los hogares mexicanos tienen a una mujer como jefa de familia. Y ante el fin del bono demográfico mexicano, que comenzará a revertirse a partir de 2021, las mujeres son clave en el desarrollo del país, y con ello, de su propia emancipación.

Por eso es fundamental que eduquemos de manera diferente a la niñez, para eliminar prejuicios y sensibilizarnos como sociedad sobre la urgencia de cerrar las brechas de género en nuestro país.

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Es crucial arrancar un diálogo y trabajo conjunto entre los diferentes sectores de la sociedad, en particular entre los sectores productivos, que han sido muy reacios, y las autoridades. Y detonar un debate cada vez más público sobre la perspectiva igualitaria como un asunto de competitividad.

México no puede escapar de la realidad mundial. Si no hacemos esfuerzos por la inclusión económica de las mujeres, no solo seguiremos con bajo crecimiento económico, sino que perpetuaremos la gran desigualdad tan lacerante que hoy vivimos.

Que el Día Internacional de la Mujer sirva como reflexión profunda para tomar acciones concretas.

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