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OPINIÓN: ¿Y los mercados sí dan certidumbre y confianza?

Debemos ser enfáticos al señalar acciones del presidente electo que puedan atentar contra el Estado de Derecho o generar incertidumbre jurídica para las inversiones, señala Don Porfirio Salinas.
mar 20 noviembre 2018 08:58 AM

Nota del editor: Don Porfirio Salinas es híbrido de política, iniciativa privada y escenario internacional. Priista orgulloso de “el valor de nuestra estirpe” (Beatriz Paredes dixit); y antagónico al régimen actual, contrario a esta estirpe. Convencido de la política como instrumento de construcción de país, desde cualquier trinchera. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.

CIUDAD DE MÉXICO, (ADNPolítico) - Las últimas semanas hemos visto una serie de reacciones de los llamados mercados e inversionistas, que se interpretan como un nerviosismo creciente ante la entrada del nuevo gobierno el 1 de diciembre.

Efectivamente, como lo abordamos hace unas semanas en este mismo espacio, el irresponsable espectáculo realizado con una consulta claramente amañada para refrendar la decisión de cancelar el NAIM genera gran incertidumbre respecto de la manera de tomar decisiones del nuevo gobierno.

OPINIÓN: Los costos de cancelar el aeropuerto van más allá de lo monetario

Sin embargo, la mayor reacción de mercados no vino por el NAIM, vino ante la propuesta presentada en el Senado para regular de manera más estricta las sobredimensionadas comisiones que cobran los bancos en México.

Llama la atención que es justamente por un tema que llevamos, al menos, casi una década discutiendo y que claramente ha sido un problema importante para romper con los bajos niveles de bancarización y de inclusión financiera en nuestro país.

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OPINIÓN: Quitar comisiones bancarias, ¿tan fácil como parece?

La reacción fue desproporcionada, casi una rabieta, ante una iniciativa que apenas fue presentada, que debe cruzar todo el proceso legislativo en el Senado, después en Diputados, y finalmente, en caso de ser aprobada, ser publicada por el Ejecutivo.

A nadie puede sorprender que en México el poder específico del sector bancario y financiero ha sido muy profundo, cooptando presidentes, particularmente los últimos dos, para obstaculizar decisiones necesarias para el país por salvaguardar sus propios intereses.

OPINIÓN: Finalmente llegó el momento de los bancos

Para todos es sabido que los niveles de comisiones cobrados en México son de los más altos del mundo, teniendo casi cinco tipos distintos de comisiones por cada producto bancario ofrecido. Esto ha mermado significativamente la penetración de crédito, tanto al consumo como el productivo.

Tal fue la reacción, que a los pocos días salieron notas acerca de la repentina venta de bonos gubernamentales por parte de inversionistas extranjeros, que fue interpretada como resultado de un escenario de incertidumbre ante la posible decisión de regular las comisiones.

Sin embargo, casi nunca vemos a los mercados reaccionando de esta manera por situaciones de mayor relevancia para la economía, que realmente obstaculizan y coartan el crecimiento y el desarrollo del país.

Por ejemplo, nunca hemos visto reacciones ante los cada vez más comunes señalamientos de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) sobre importantes desvíos de miles de millones de pesos del erario. Se reaccionó, por ejemplo, ante la cancelación del NAIM, pero no ante las importantes irregularidades que ha señalado la ASF en el ejercicio de su gasto.

Regresando al sector bancario, poca o nula atención dieron los mercados e inversionistas a dos sucesos. Primero, la investigación de la Cofece iniciada el año pasado por posibles prácticas monopólicas en la intermediación de títulos de deuda del gobierno mexicano.

Y segundo, la sanción que acaba de imponer la CNBV a por lo menos cinco bancos por la simulación de transacciones, precisamente para aumentar los volúmenes de intermediación de bonos gubernamentales.

Ambas situaciones están relacionadas, e incluso generaron problemas entre Cofece y la CNBV en 2017. Estos sucesos podrían explicar mejor la reciente venta de bonos que incluso la iniciativa de regular comisiones, pero los “mercados” prefirieron culpar solo a ésta última.

Nos rasgamos también las vestiduras por la caída en la Bolsa Mexicana de Valores, como si ésta realmente representara de manera fiel a la economía mexicana. No olvidemos que tenemos una Bolsa de sólo 147 empresas, que en realidad es controlada por solo 30 o 40.

OPINIÓN: Una polémica iniciativa sobre comisiones bancarias

Tampoco olvidemos que la BMV ha sido un importante monopolio que no ha logrado, o no ha querido, desarrollar un mercado intermedio; ni mucho menos salir a competir en los mercados internacionales de valores, como lo hacen todas las Bolsas del mundo.

Y hasta apenas este año, por fin contamos con la nueva Bolsa Institucional de Valores, BIVA, que trabaja con sistemas de NASDAQ. Después de años en que la BMV la obstaculizó, hoy tenemos ya la esperanza de competencia para tener mercados de valores mucho más eficientes e incluyentes.

La crisis financiera internacional de 2008 evidenció que los mercados no han tenido la responsabilidad de ver más allá de sus propios intereses, generando en varias ocasiones inestabilidades económicas importantes; eso impulsó una oleada de mayores regulaciones en varios países desarrollados. México no tendría por qué ser la excepción.

Podemos o no coincidir con muchos de los planteamientos del presidente electo y su próximo gobierno. Y por supuesto que debemos ser enfáticos al señalar acciones de su parte que puedan atentar contra el Estado de Derecho o generar incertidumbre jurídica para las inversiones. Razones de preocupación han dado, y de sobra.

Lee: La banca en México rechaza que exista usura en cobro de comisiones

Lo que no podemos, ni debemos, es asumir que todas las reacciones de los etéreos “mercados” son adecuadas o correctas para el desarrollo del país. No olvidemos que esos famosos mercados representan intereses, en su mayoría, del 1% de la población.

Sí, debemos procurar y fomentar mercados activos, competitivos y sólidos que contribuyan al crecimiento y estabilidad económicos. Pero nunca permitir que sea a costa del desarrollo social, la igualdad de oportunidades y la calidad de vida de nuestras sociedades.

Mesura señores, no queremos populismo ni comunismo, pero tampoco capitalismo rampante de cuates, que con ello sólo facilitaremos los populismos irresponsables. ¡Aprendamos de las lecciones!

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Voces

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