OPINIÓN: A 50 años del 68, ¿qué?
Nota del editor: Don Porfirio Salinas es híbrido de política, iniciativa privada y escenario internacional. Priista orgulloso de “el valor de nuestra estirpe” (Beatriz Paredes dixit); y antagónico al régimen actual, contrario a esta estirpe. Convencido de la política como instrumento de construcción de país, desde cualquier trinchera. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.
CIUDAD DE MÉXICO, (ADNPolítico) - Este 2 de octubre se cumplen 50 años de la masacre de estudiantes en Tlatelolco por parte del Gobierno Federal. Estudiantes que se venían rebelando a lo largo del año contra una serie de abusos gubernamentales.
Tlatelolco no fue la primera embestida por parte del Gobierno (hubo en el Zócalo y algunas escuelas), pero sí la más numerosa y cruel; y por lo tanto pasó a la historia como la más emblemática de la represión sufrida por los estudiantes.
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El 68 mexicano no es ajeno a los movimientos estudiantiles internacionales de ese año, siendo Praga y París los más emblemáticos. Y en otra tesitura, en Estados Unidos vivían uno de los peores años de revueltas por las diferencias raciales. Problemas que, a 50 años, volvemos a ver hoy muy presentes en todo el mundo.
En México, se vivían dos realidades. Por un lado, eran los años del famoso desarrollo estabilizador, con bonanza económica y desarrollo institucional que hacían de nuestro país uno de los más observados internacionalmente.
Por el otro, comenzaban los problemas para el régimen hegemónico que cumplía ya casi 40 años. Régimen que, en su afán por mantener la estabilidad social y política, presentaba ya rasgos importantes de represión y opresión.
Quizá una de las principales demandas, y logros, del movimiento estudiantil fue justamente la derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal, que desde 1941 establecían el delito de Disolución Social.
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En su origen, Ávila Camacho argumentó que era para evitar la proliferación del fascismo y la intromisión de extranjeros en asuntos nacionales. Pero en los hechos, fue la herramienta del gobierno para acallar cualquier posible disidencia, enfocada mucho contra movimientos sindicales y políticos que fueran críticos del régimen.
En este contexto, el movimiento del 68 tuvo logros y consecuencias que marcaron un antes y un después en la política y la democracia mexicanas. Podría decirse que el 68 fue el precursor más claro del proceso de apertura democrática que vive México hasta la fecha.
Fue este movimiento el que consolidó la creación de grupos de izquierda más sólidos y organizados, creados tanto desde movimientos políticos, como desde grupos subversivos o guerrilleros, como la famosa Liga 23 de Septiembre.
La represión contra esto liderazgos duró hasta entrados los años setenta, siendo 1971 uno de los años más recordados, después de la matanza de Tlatelolco. A nivel local, el gobierno oprimió lo más posible a los grupos armados, particularmente localizados en Guerrero y otros estados del sur.
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Pero al mismo tiempo, es gracias al movimiento del 68 y los grupos organizados subsecuentes, que en 1977 se inicia de manera formal el proceso de renovación del sistema político con la famosa reforma política de Don Jesús Reyes Heroles.
Esta reforma abre espacios políticos a la izquierda, dándole representación formal a través de los Diputados de Representación Proporcional, o plurinominales; figura hoy poco entendida y denostada socialmente, y abusada por los partidos.
Es a consecuencia del movimiento estudiantil que 20 años después surge el PRD como el gran partido aglutinador de partidos de la izquierda, derivado de la escisión más importante del PRI en sus casi 60 años de historia en ese momento.
El movimiento estudiantil del 68 generó grandes liderazgos políticos, algunos aún vigentes y otros que se fueron pervirtiendo y vendiendo al sistema con el tiempo; impulsó grandes avances democráticos e institucionales, propiciando algunas de las reformas más profundas; y logró una sociedad interesada e involucrada, que lamentablemente dejó de estarlo muy pronto.
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Hoy, a 50 años del 68, ganó por primera vez un movimiento de izquierda (o lo que queda de ella) la Presidencia de la República, y una amplia mayoría Legislativa. Una suerte de reivindicación. El propio López Obrador reconoció en su discurso del Zócalo a los luchadores del 68 y de la izquierda mexicana como precursores de este triunfo.
En estos 50 años hemos visto grandes avances en la gobernabilidad democrática de México, en buena medida derivados del 68. Lamentablemente, los últimos 20 años hemos visto también grandes retrocesos. Irónicamente, con la llegada de la alternancia llegó también mayor mezquindad política.
El 68 fue uno de los parteaguas más importantes de nuestra historia política y democrática. Hoy que atravesamos una de las peores crisis políticas y sociales del país, debemos mirar 50 años atrás para aprender de los errores que nos llevaron a ese punto, y lo que como país hemos hecho bien y mal desde entonces.
Hoy, necesitamos nuevamente una sociedad interesada e involucrada, que entienda que el país no lo hace ni lo deshace solo el Gobierno en turno. Una sociedad que, hoy con mayores niveles de educación, genere una nueva revolución social de ideas, que obligue al sistema político a transformarse.
Una sociedad que realmente cuide que lo que provocó el 68 nunca vuelva a repetirse, y un sistema político que esté a la altura de las circunstancias y nunca vuelva a reaccionar como en aquel entonces. Depende de todos.
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