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¿Voto cruzado o voto parejo? Las alternativas para México el 1 de julio

Dar el poder a un solo partido para que las reformas avancen sin problema en el Congreso o repartirlo entre varias fuerzas políticas para evitar el absolutismo presidencial y obligar a los consensos.
sáb 30 junio 2018 07:00 AM
Contrapesos o aplanadora
Contrapesos o aplanadora ¿Qué implica que la mayoría en el Congreso sea del mismo partido que el presidente?

Romina* ya decidió por quién votará para ser el próximo presidente de México. Aunque está convencida de su candidato, todavía no sabe si votará por el mismo partido en la elección de diputados, senadores ni en la de jefe de gobierno, alcaldes y diputados locales en la Ciudad de México, donde vive.

Así como ella, hay electores que todavía dudan entre votar “parejo” –por el mismo partido para presidente y los demás cargos de elección– o hacerlo de forma diferenciada o “cruzada”, es decir por distintas fuerzas políticas en cada boleta.

#Video | ¿Cómo votar y no fallar en el intento?

Por medio de las elecciones, la sociedad designa a quienes serán sus gobernantes por los periodos establecidos en la ley.

El voto cruzado se da cuando, en comicios donde hay varios cargos en juego –como los de 2018–, el ciudadano vota por el candidato de un partido o coalición para un cargo y por los de una opción política diferente para otros puestos.

¿Qué tanto ha funcionado este mecanismo en elecciones presidenciales en México? Para Reynaldo Ortega, profesor investigador del Centro de Estudios Internacionales del Colegio de México, el voto diferenciado puede generar contrapesos al poder presidencial, pero requiere “de un votante relativamente sofisticado” que conozca el proyecto de cada candidato.

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Además, el especialista apunta que un porcentaje relativamente pequeño de electores ejerce de esta forma en el país.

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“Casi un 90% de los votantes opta por los candidatos del mismo partido tanto para la presidencia como para el Senado y para diputados. Eso es lo que tradicionalmente hace la mayoría de los votantes”, indica.

La expresión del voto cruzado no es nueva. En la elección presidencial de 2006, el Partido Nueva Alianza (Panal) llamó a sus electores a darle “uno de tres” sufragios; es decir, votar por quien quisiera para la presidencia de la República, pero por sus candidatos al Congreso de la Unión.

El fenómeno parece repetirse en la elección presidencial del 2018 con mayor fuerza en procesos electorales locales como los de Tabasco, Morelos, Quintana Roo y Guanajuato, donde hay llamados públicos a votar por un candidato a la presidencia y por una opción distinta para el Congreso de la Unión, gobernador, alcaldes o diputados locales.

En contraste, Andrés Manuel López Obrador, candidato presidencial de la coalición Juntos Haremos Historia al que las encuestas perfilan como el más probable ganador de la elección, ha convocado a sus simpatizantes a dar un voto parejo a Morena; es decir, votar por los candidatos de ese partido para presidente de la República, diputados, senadores, gobernadores, diputados locales y alcaldes, a fin de que “no limiten” su gobierno como titular del Ejecutivo.

Para Gustavo López Montiel, profesor de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tecnológico de Monterrey, el voto cruzado sí funciona como contrapeso, pero depende de “que haya las condiciones de conciencia entre los votantes y de que mucha gente lo haga”.

Si pocas personas votan de forma diferenciada en un Distrito, la estrategia no tiene el mismo efecto, pues una mayoría optaría por un determinado proyecto político.

Fortalece la separación de poderes

El equilibrar el poder de las fuerzas políticas, el voto diferenciado puede dar mayor autonomía al Poder Legislativo, fortaleceer la separación de poderes y crear contrapesos naturales a las decisiones del Ejecutivo.

Al contrario, cuando ‘el presidente tiene mayoría en el Congreso’ –es decir, cuando la bancada mayoritaria emana del mismo partido que él– la posibilidad de que sus propuestas legislativas transiten sin necesidad de buscar consensos con la oposición es más alta.

El voto diferenciado también depende de cómo se vota en las entidades porque los intereses de la ciudadanía varían en cada localidad. A veces, está más interesada en la elección de alcaldes o de su gobernador que en la elección presidencial.

Los triunfos de la oposición en gobiernos estatales y municipales también favorecen el equilibrio de poderes porque activa el federalismo, pues los gobernadores y alcaldes de partidos distintos se convierten en barreras de facto para el poder presidencial.

De ahí que expresiones políticas como Juntos Haremos Historia se preocupen por solicitar el voto parejo. La alianza Morena-PT-Encuentro Social es válida en la elección federal, pero no funciona de la misma forma en todos los estados con elección; en algunos, Morena va solo.

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Si López Obrador gana la presidencia, como sugiere la mayoría de las encuestas levantadas hasta junio, se perfila tres escenarios posibles en la configuración del Congreso de la Unión a partir de septiembre próximo:

  • Que Morena, por sí solo, obtenga la mayoría en la Cámara de Diputados y en la de Senadores, lo que le daría mayor poder a López Obrador.
  • Que los legisladores de Morena, PT y PES conformen una mayoría, lo cual genera incertidumbre porque su alianza es muy inestable por las características ideológicas entre los tres partidos, especialmente Encuentro Social.
  • Que la coalición no logre la mayoría parlamentaria y deba negociar con la oposición la aprobación de iniciativas que envíe López Obrador.

En caso de que Ricardo Anaya Cortés, candidato de la coalición Por México al Frente, o José Antonio Meade de Todos por México ganaran la elección, según las encuestas, sus alianzas difícilmente alcanzarían mayoría legislativa.

Esta situación, dice Gustavo López, no debería generar ingobernabilidad o inestabilidad legislativa en el Congreso de la Unión. Aunque en México tiende a creerse que la falta de mayoría parlamentaria implica ausencia de consensos, esa situación obliga al presidente a utilizar su capacidad política para abrir diálogo y llegar a acuerdos que permitan transitar sus propuestas y proyectos.

“Si vemos cómo las cámaras de Diputados y de Senadores aprueban sus acuerdos, nos damos cuenta que más del 90% de las iniciativas han sido aprobadas por más del 90% de los integrantes del Congreso. Eso nos da una caracterización de la forma en que se construyen los acuerdos en el Congreso: no por mayorías, sino por consensos”, explica.

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'Voto parejo' no garantiza mayoría

Para Ortega, aún con las campañas del voto parejo, es difícil que el futuro presidente de México tenga mayoría absoluta en el Congreso de la Unión por el sistema mixto que implica elegir 300 diputados por mayoría relativa y 200 por representación proporcional.

De acuerdo con esa fórmula, para tener mayoría legislativa el partido o coalición del presidente electo tendría que ganar muchos distritos electorales y obtener un alto porcentaje de la votación nacional.

Para tener una mayoría simple en el Congreso, Morena necesitaría 42% del sufragio y eso no es tan sencillo, por la misma fragmentación de los partidos políticos en México, pero podría ocurrir por primera vez desde 1997”, explica.

La experiencia electoral en México, por lo menos en los últimos tres sexenios, demuestra que en la elección presidencial el votante generalmente emite su sufragio de forma unificada por diputados y senadores, con lo que demuestra su apoyo al proyecto del candidato presidencial.

Pero en las elecciones intermedias, los mexicanos generalmente emiten un voto diferenciado, probablemente porque muchos están inconformes con las decisiones que ha tomado el presidente durante el primer tramo de su gobierno.

En la elección del año 2000, las cifras del entonces Instituto Federal Electoral (IFE) que Vicente Fox ganó la presidenciacon el 42.52% de los sufragios. El PAN colocó a 206 legisladores con los que su peso político fue de 41.2%; el PRI tuvo 209 legisladores (41.8%), mientras que el PRD solo tuvo 53 diputados federales, 10.6% de la cámara baja.

Lo mismo ocurrió en 2006. Felipe Calderón ganó la Presidencia con el 35.89% de la votación. En la Cámara de Diputados, el PAN tuvo 206 curules (41.2% de la representación); el PRD fue la segunda fuerza, con 127 integrantes (25.4%) y el PRI, la tercera, con 106 diputados (21.2%).

En el 2012, el priista Enrique Peña Nieto ganó la presidencia 38.20% de la votación. Aunque en coalición con el Partido Verde y Nueva Alianza obtuvo la mayoría relativa, no alcanzó la mayoría absoluta en el Congreso de la Unión.

Peña Nieto negoció el avance de sus reformas estructurales con el PAN, que fue segunda fuerza política con 114 diputados y 38 senadores, y con la coalición del PRD-PT y Movimiento Ciudadano, de 104 diputados y 22 senadores.

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*El nombre se cambió a petición de la entrevistada

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