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AMLO, 'El Rey del Cash', autora señala años de moches y pases de charola

La periodista Elena Chávez refiere cómo, al igual que a otros cientos de empleados de confianza, durante años se le pidió una aportación “voluntaria” condicionada a la conservación de su empleo.
mar 11 octubre 2022 11:38 AM
Elena Chávez, autora del libro "El rey del cash", señala en su libro moches y pases de charola
Elena Chávez, autora del libro "El rey del cash"

La candidatura presidencial del hoy mandatario Andrés Manuel López Obrador y su triunfo en 2018, fue construida, financiada y llevada al triunfo, gracias a años de “moches” o descuentos forzados al salario de trabajadores del gobierno de la ciudad y “pases de charola” entre funcionarios, empresarios y líderes partidistas, asegura la periodista Elena Chávez, en su libro “El Rey del Cash”.

Dos personajes destacan en esas actividades: Octavio Romero Oropeza, exoficial Mayor del Gobierno del Distrito Federal y hoy director de Pemex, y Gabriel García, excoordinador de los superdelegados de programas del Bienestar, ahora senador.

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Aunque no señala a López Obrador como el operador directo de las estrategias financieras sí señala que éstas empezaron en dos coyunturas.

Una, en cuanto ganó el gobierno de la ciudad, pues eso dejó a toda la estructura de la administración capitalina –de trabajadores de confianza y sus salarios– bajo control de sus cercanos, quienes entonces comenzaron a “mochar” los salarios de ese personal de confianza para pagar actividades políticas del tabasqueño.

A Octavio Romero Oropeza le atribuye ser el autor de estos moches, pues como responsable de los recursos materiales y humanos de la administración capitalina, desde su oficina “salió la primera orden de apoyar obligatoriamente con un porcentaje del salario” de los trabajadores de confianza, apenas López Obrador asumió el gobierno de la ciudad, o sea en 2000, práctica que siguió hasta que salió del cargo.

La segunda, cuando vía la asociación civil Honestidad Valiente, creada en 2006 –en el contexto de la formación del “gobierno legítimo” tras las elecciones presidenciales de ese año– se recibieron cuantiosos donativos para financiar su activismo.

A Gabriel García Hernández lo considera como el creador de la ingeniería financiera que permitió, primero con recursos recibidos del secretario particular de López Obrador, Alejandro Esquer y luego con aportaciones privadas a la asociación civil, fondear todas las giras por el país y actividades que a la postre permitieron a López Obrador seguir políticamente vigente sin cargo alguno, y eventualmente ganar la Presidencia, es decir un periodo de al menos 12 años.

En “El Rey del Cash” Chávez, expareja sentimental de César Yáñez, uno de los más cercanos colaboradores del mandatario, revela cómo en los años en los que duró esa relación estuvo en contacto con el circulo obradorista y atestiguó sus estrategias.

Reconoce que no hay documentos de prueba, pues esas transacciones se hacían en efectivo para no dejar huella, lo que explica el título del libro.

En el capítulo “La institucionalización del moche” Chávez refiere cómo, al igual que otros empleados, vivió años de abusos, al serle requerida la aportación “voluntaria” de una parte de su salario a cambio de conservar el empleo, situación que vivieron los cientos de trabajadores de confianza que llegaron a la administración de la ciudad cuando López Obrador ganó el gobierno.

“Y así pasaron los cinco años de la administración de López Obrador, quien ante el pueblo presumía su honestidad, para el interior abusaba de los asalariados de confianza” a quienes los jefes directos pedían el donativo en efectivo –no vía descuento de nómina, para no dejar huella– pero llevaban un listado de cumplimiento, razón por la cual los trabajadores temían perder el empleo en caso de no aportar al movimiento.

En el libro relata: “un día de esos, en los que estaba molesta por tanto descuento, le pregunté a César quién era el genio que no sabía institucionalizado el moche. Me dijo riéndose que el gran Octavio Romero Oropeza, el ingeniero agrónomo que trabajó poco o nada en el campo, pero que en la selva de asfalto se convirtió en administrador de los cientos de miles de pesos recaudados entre los trabajadores.

“Resignados a nuestra suerte, cooperábamos ante el temor de perder el trabajo, tal como sucede ahora con los empleados de confianza en el gobierno federal, a quienes les redujeron el salario, porque ganar mucho es pecado mortal que se paga con el fuego del infierno“, escribió en el texto.

Según su relato “fueron muchos los pretextos para arrebatarnos al personal de confianza un porcentaje de nuestro sueldo, entre ellos el desafuero y el plantón de Reforma” pero expone que no fueron una ni cinco veces, sino una práctica recurrente durante los cinco años que López Obrador fue jefe de gobierno, hasta que salió debido al desafuero promovido por el expresidente Vicente Fox.

Incluso, en esa persecución al hoy presidente, que admite, fue injusta, los trabajadores fueron los que la pagaron, pues se les requirió una aportación.

“Para defenderse de una acción injusta y antidemocrática se nos castigó a los empleados de confianza con un moche quincenal que concluyó, aunque no en su totalidad, cuando López Obrador salió airoso, casi flotando entre las nubes de la Cámara de Diputados donde dio un discurso que lo catapultó de manera definitiva la candidatura del PRD” a la presidencia, rememora.

En una parte de su historia recuerda incluso, que aún con salario mochado por amor ella fue el sostén del hogar que tuvo con Yáñez, pues aunque éste no sufrió descuentos para la causa de López Obrador, por orden judicial dedicaba hasta el 70% para la pensión alimenticia de sus hijos de un matrimonio previo.

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García, un operador gris, pero efectivo

En el capítulo “Honestidad valiente, laboratorio de lavado de dinero”, Chávez señala a Gabriel García Hernández, hoy senador, como el personaje que diseñó y operó la estrategia para “lavar” y usar dinero de aportaciones privadas para financiar durante años la actividad política de López Obrador.

Esa actividad lo hizo indispensable –expone– pues “construyó laboratorio de lavado de dinero que permitió al candidato de la izquierda a aceptar aportaciones para su manutención, la de su familia, sus colaboradores, y emprender la estrategia de imagen que finalmente lo llevó a ganar la presidencia”.

Pero la periodista asegura que los fondos que recibía la asociación civil Honestidad Valiente no eran aportaciones voluntarias, sino “recursos, recaudaciones y aportaciones de funcionarios, empresarios, líderes de partidos y de todos los que estaban obligados a portar en el “ pase de charola “.

García, reconoce, es un personaje que no figura públicamente y su personalidad es reservada, por lo que los cercanos a AMLO le llamaban “el callado”, pero asegura que fue “el estratega en la creación de la estructura humana para mover la gente en los actos públicos del candidato”.

Además refiere que dado que al triunfo presidencial de López Obrador, García –quien ganó la elección de 2018 y con ello un escaño en el Senado- fue designado coordinador de los delegados de programas del bienestar, también armó estructuras de beneficiarios de programas sociales susceptibles de ser presionados en elecciones.

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Fue por eso, según su dicho, que tras las elecciones intermedias de 2021 fue responsabilizado por la misma jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, y el presidente, de la derrota electoral de Morena en varias alcaldías de la ciudad de México, sobre todo en la Cuauhtémoc.

La jefa de gobierno lo habría regañado “por no haber operado bien con sus muchachos, dejar que Ricardo Monreal se metiera en la elección y hasta apoyar a los candidatos de oposición, como Sandra Cuevas, para quitarle la alcaldía Cuauhtémoc de la ciudad de México”, en la que “corre mucho, pero mucho dinero”.

García regresó al Senado, “al ostracismo después de haber movido muchos millones de pesos en Honestidad Valiente” y meses después el presidente lo mandó al programa de Agua Saludable para la Laguna, pero ya regresó a su escaño.

Anecdotario

En el libro, la periodista salpica su relato con anécdotas. Entre ellas, por ejemplo, cómo su entonces pareja Yáñez lamentó con lágrimas haber sido desplazado de las posiciones al triunfo de López Obrador en el gobierno capitalino, en contraste con los puestos clave que ocuparon miembros del grupo de paisanos presidenciales.

Entre ellos Octavio Romero Oropeza y Nicolás Mollinedo, quien fue su jefe de seguridad.

En el texto también revela anécdotas sobre la relación entre el entonces jefe de gobierno y Beatriz Gutiérrez Müller, hoy su esposa, quien como responsable de la dirección de Difusión “comenzó a manejar los recursos millonarios destinados a la publicidad en medios. Esto le permitía tener entrada directa en la oficina de López Obrador”.

“Beatriz, decían los colaboradores del tabasqueño, incluyendo a César, aprovechó la vulnerabilidad de López Obrador y se hizo indispensable, no sólo en el manejo de los recursos para los medios, sino para acompañarlo a sobrellevar su vida privada” dada la enfermedad de su esposa.

En 2004, según su dicho, tras hacerse pública su relación, Gutiérrez dejó su cargo en la administración local, pero se le pagó un salario vía una empresa de marketing contratista del gobierno local.

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