"Jair, háblame, 'mijo'. Hijo, háblame". Los mensajes escritos por WhatsApp de Teófilo Valencia a su hijo permanecieron con un solo check gris, sin confirmación de entrega ni de lectura, desde el 28 de junio.
Jair, de 19 años, su hermano Jhovani, de 16, y su primo Misael, también de 16, partieron desde San Marcos en Naolinco, Veracruz. Cruzaron el río Bravo y entraron a Texas por la madrugada.
La noche del miércoles 13 de julio, sus cuerpos regresaron a San Marcos Atexquilapan, donde vivían al lado de sus padres. Habían pasado 17 días desde que fueron encontrados, entre otros 62 migrantes que viajaban en la caja de un tráiler que fue abandonado en San Antonio, Texas.
A la entrada del pueblo se formó un cortejo de familiares y amigos que escoltó a los adolescentes hasta su casa, la misma donde antes se les ofreció una jornada de oración cuando se desconocía su paradero.
Desde que se conoció del hallazgo de 62 migrantes en un tráiler en Texas, la familia sabía que era posible que Jair, Jhovani y Misael estuvieran entre ellos. El 1 de julio, las autoridades confirmaron que los tres jóvenes, en efecto, eran parte del grupo.
"Estaban bien emocionados porque estaban a un pasito de llegar con la persona que los iba a recibir para buscarles trabajo (...)
Este jueves, los jóvenes son velados y mañana viernes 15, serán sepultados.
La historia de Melvin en el mismo tráiler
La última vez que Melvin se conectó con su madre, en Guatemala, fue para decirle que ya estaba "del otro lado", en Texas, Estados Unidos, donde horas después moriría dentro de un remolque junto con otros migrantes.
En Houston, su destino final, lo esperaba su padre, Casimiro, quien trabaja allá desde hace un año. La familia en su aldea natal Tzucubal, en el municipio de Nahualá, unos 160 kilómetros al oeste de la capital guatemalteca, aguardaba la confirmación del arribo exitoso de este adolescente indígena de 13 años.
Por lo que (pasaban) las noticias, por los horarios, (estábamos) seguros que iban allí en el tráiler".
Pero la llamada que entró fue la de las autoridades para confirmar lo que ya presumían: que su familiar estaba entre los migrantes hallados muertos dentro del contenedor de un camión abandonado en San Antonio, Texas.
Especialistas estiman que dentro de ese remolque la temperatura pudo alcanzar los 65ºC, en esta zona donde el sol golpea con furia. Hasta el momento se han contado 53 fallecidos. Según las autoridades de Guatemala, ocho de ellos eran de ese país.
"En el caso de nuestro familiar, nos enteramos [que había llegado a Estados Unidos] a través de un mensaje que él mandó con su mamá el lunes por la mañana. Luego el martes [supimos de la tragedia] por las redes sociales", dijo María Guachiac, prima de Melvin. La familia no sabe cómo terminó dentro del camión.
Melvin Guachiac, quien aún estaba en la escuela, viajaba junto con su primo Wilmer Tulul, de 14 años, también habitante de Tzucubal. Este último había dejado el colegio para buscar trabajo en el pueblo, dedicado al cultivo de maíz y frijol para consumo propio.
Entre los árboles de pino, las casas de barro y techos de zinc de esta aldea maya quiché resaltan otras viviendas de varios niveles hechas de cemento, construidas por quienes tienen familiares en Estados Unidos y envían dinero.
Salir de la pobreza
Melvin tenía "grandes sueños, de tener un buen futuro, salir de la pobreza, seguir con sus estudios y ayudar a sus padres a tener una buena vida y a su hermanito, de seis años", explicó María.
"Con lo que se gana aquí ya no alcanza a sostener a la familia (...) por esta razón decidió realizar este viaje", agregó.