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Jóvenes Construyendo el Futuro un programa con sólo 22% de casos de éxito

La epidemia de COVID-19 puso a los jóvenes, incluso a los del programa de AMLO, en situaciones aún más desfavorables e inciertas; la gran mayoría no consigue empleo tras inscribirse en el programa.
dom 02 agosto 2020 11:59 PM
Jóvenes
El futuro y las oportunidades de trabajo para Jóvenes Construyendo el Futuro son inciertos ante la pandemia de COVID-19 y fallas en el diseño del programa.

Araceli terminó su periodo de aprendiz en medio de la pandemia de COVID-19 y ahora como muchos jóvenes está buscando una oportunidad laboral. Ha enviado solicitudes, pero no ha recibido ninguna propuesta y, de nuevo, como cuando terminó su carrera en Derecho en la UNAM, no estudia ni trabaja.

Es una de las primeras beneficiarias del programa Jóvenes Construyendo el Futuro, el cual plantea vincular a las personas entre 18 y 29 años con empresas, instituciones o talleres, para fortalecer sus hábitos laborales y competencias y así incrementar sus posibilidades de empleabilidad. Desafortunadamente, en el contexto de la crisis sanitaria y económica por el virus SARS-CoV-2 el panorama no es alentador.

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Cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) señalan que en el primer semestre de 2020 se han perdido alrededor de 900,000 trabajos , pero organizaciones de la sociedad civil alertan que podrían ser muchísimos más. De acuerdo con Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, los jóvenes concentran el 70% de los despidos .

Para el presidente Andrés Manuel López Obrador, este programa estrella de su gobierno puede ser una opción laboral ante la epidemia de COVID-19. No obstante, los apoyos por 3,748 pesos que reciben actualmente por mes los aprendices no significan precisamente un trabajo formal.

“Jóvenes Construyendo el Futuro se define a sí mismo no como un programa de inserción laboral, sino como un programa de formación en el trabajo, quien recibe a los jóvenes no tiene ningún compromiso de emplearlos, (por lo que) no pueden ser contados como empleos, el joven que recibe una beca, le da la oportunidad de vincularse a un centro de trabajo, pero no como empleado”, dice Tere Lanzagorta, representante de YouthBuild International en México.

No pueden ser contados como trabajos, es la oportunidad de aprender o practicar en centro de trabajo".
Tere Lanzagorta, representante de YouthBuild International en México.

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De hecho, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) –dependencia encargada de este programa– refirió que al 15 de julio, 420,741 jóvenes egresaron entre 2019 y 2020. De ellos, 38.5% dijo estar iniciando su propio negocio o está por hacerlo, mientras que el 25% está buscando empleo –como el caso de Araceli– y el 22.4% se quedó en el centro donde se capacitó o entró en otro trabajo.

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Es decir que, solo dos de cada 10 jóvenes que ingresaron al programa han cumplido con el propósito de Jóvenes Construyendo el Futuro. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) señala algunas inconsistencias en los objetivos del programa, por ejemplo, que aun cuando cuenta con los documentos normativos que definen su diseño, éstos no logran documentar de manera completa, correcta y consistente, los elementos del problema que busca atender.

“La expresión ‘incluir en actividades productivas a jóvenes de 18 a 29 años que no estudian ni trabajan’, utilizada en la formulación del objetivo general, significa incluir a los beneficiarios, en calidad de aprendices en los CT, o bien, si la expectativa es incluirlos como personal contratado por los Centros al término de la capacitación”, cuestiona en el documento .

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Por su parte, especialistas consideran que el programa tiene otras fallas desde el origen. Entre ellos que puede desincentivar que los jóvenes sigan estudiando, ya que el apoyo de aprendiz es más alto que una beca escolar.

Graciela Teruel, directora del Instituto de Investigaciones sobre Desarrollo Sustentable y Equidad Social (EQUIDE) de la Universidad Iberoamericana, comenta que están otorgando un beneficio mayor a los jóvenes por ir a capacitarse, que por irse a estudiar.

Por su parte, Rodolfo de la Torre, del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), coincide que el dinero que reciben para que se integren a actividades de capacitación, son mayores a las que corresponden a asistencia a la escuela.

“Lo que hacen es desanimar el concluir la escuela para entrar al mercado de trabajo, eso lo que hace es generar interferencia en los logros educativos”, afirma en entrevista.

Aun así, algunos los beneficiarios cuentan que el dinero que reciben apenas les alcanza para contribuir un poco en los gastos del hogar, pasajes (cuando iban todavía a los centros de trabajo) y algo para ropa u otras necesidades.

“Al principio eran 3,600, después lo subieron a 3,748 y, la verdad, no es suficiente porque sí es un trabajo especializado que requiere mucha concentración y análisis”, cuenta la joven de 27 años.

Joaquín, nombre cambiado a petición del joven porque sigue en el programa, coincide que la beca no es equivalente con las labores que hacen en los centros, y que a veces el dinero no alcanza. Él, por ejemplo, vive en Ecatepec, Estado de México, y en traslados a donde iba –antes de la epidemia– se gastaba hasta 1,000 pesos sin "otros gustos".

La STPS justificó este aumento de 148 pesos más para que el apoyo no quedara por debajo del salario mínimo y fuera atractivo para los jóvenes. En el ejercicio fiscal 2019, Jóvenes tuvo un presupuesto original de 40,000 millones de pesos; pero se modificó a 23,915 mdp. En 2020, dispone de un presupuesto aprobado de 24,956 mdp, lo que corresponde al 86.5% del presupuesto total de la dependencia federal.

El Coneval expone que es el momento ideal para consolidar la intervención a partir de definir claramente el problema que busca atender y con ello tener información que ayude al programa a ir monitoreando el avance para revertir la situación que se ha puesto como objetivo, y que los jóvenes no vuelvan a caer en el problema que quería resolver.

Joaquín, de 28 años, tuvo que dejar la escuela cuando era más joven por problemas familiares y económicos. Tiempo después decidió regresar a la Universidad, al querer un mejor futuro para él, y al mismo tiempo empezó a laborar como herrero, en un despacho contable, y lo que encontrara, para poder pagar la carrera de Publicidad y Relaciones Públicas.

Al terminar quiso buscar algo relacionado a lo que estudió, sin mucha suerte, pues le cuestionaban la edad y que no tenía experiencia. Por eso decidió entrar a Jóvenes Construyendo el Futuro, donde recibe menos de lo que ganaba mientras estudiaba y trabajaba, pero lo ve como una solución momentánea para conseguir un mejor opción. Tiene pocas expectativas de mantenerse en el centro donde está.

“No quiero esperarme a saber si me quedo o no me quedo. Realmente de las personas que han estado ahí, ninguna se ha quedado, puede que sea porque para ‘pagar mi sueldo’, a lo mejor es mejor que dejen que entre otro chavo del programa”, comenta.

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Al respecto, la Secretaría del Trabajo implementó el “Mes 13”, que consiste en acciones para cuando los jóvenes terminen su capacitación –que debe durar 12 meses– puedan vincularse a otro programa como “Tandas para el Bienestar”, para quienes quieren iniciar su propio negocio, y cursos para entrevistas de trabajo o cómo elaborar su portafolio, así como opciones para seguir estudiando, si así lo desean.

En el caso de Araceli, al terminar no recibió esa opción para recibir el crédito de 6,000 pesos, y está en la búsqueda de trabajo en medio de la pandemia. Mientras que Joaquín continúa en el centro donde se capacita, a veces más tiempo del que debería, con la esperanza de que sea considerado, incluso cuando sus propios compañeros tienen un trato diferenciado con él porque viene de un “programa” y no ingresó por méritos propios. Hasta el momento, la situación para ambos es incierta y un poco similar a antes de ingresar a Jóvenes Construyendo el Futuro.

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