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De la influenza al COVID-19: cómo esas pandemias contagiaron México

Hace justo 11 años se suspendían clases en el país y se llamaba al autoaislamiento, la historia se repite, pero con variantes.
vie 24 abril 2020 05:30 AM
influenza coronavirus en mexico
La caída de ingresos tributarios en los países de América Latina y el Caribe en 2020 será equivalente al 2% del Producto Interno Bruto este año.

Igual que hace 11 años con la influenza AH1N1, México y el mundo se enfrentan hoy a una nuevo virus: el SARS-CoV-2, mejor conocido por la enfermedad que produce: el COVID-19. Sin embargo, las implicaciones sociales y económicas son distintas.

Por tratarse de virus que causan enfermedades respiratorias, los síntomas de la influenza y del coronavirus son similares: fiebre arriba de los 38 grados, dolor muscular, dolor de cabeza y de garganta; aunque la primera se puede diferenciar por malestar estomacal, diarrea y escurrimiento nasal, y la segunda por tos seca y dificultad para respirar.

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Tanto el virus AH1N1 como el SARS-CoV-2 también pueden ser asintomáticos en algunos huéspedes. Para la influenza se logró desarrollar rápidamente una vacuna, pero ahora, con la nueva cepa de coronavirus, el escenario es diferente.

Más allá de los síntomas y tratamientos, ambos virus han causado –cada uno en su momento– alarmas sanitarias en el mundo, dejando a su paso miles de víctimas.

Aquí te mencionamos las principales repercusiones económicas y sociales que México enfrentó ante la influenza en 2009 y las que vive hoy con la epidemia del coronavirus.

Los epicentros de las pandemias

El 23 de abril de 2009 -en el tercer año de gobierno de Felipe Calderón-, el entonces secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, informó que México se encontraba en una crisis por contagios de una nueva cepa del virus H1N1.

Cuatro meses después del anuncio, la nueva cepa de este virus ya se había extendido a más de 120 países, por lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) la declaró una pandemia, la primera del Siglo XXI.

Los registros indican que el epicentro de la influenza AH1N1 fue México, pues los primeros casos se detectaron desde el 11 de abril de ese año en el estado de Veracruz. A la nueva infección también se le conoció como “gripe porcina”, pues el nuevo virus había mutado entre los animales (aves y puercos) y dio un salto a los humanos.

Casi 11 años después, a finales de 2019, una nueva cepa de coronavirus dio sus primeros signos en China, específicamente en la ciudad de Wuhan. La enfermedad causada por el SARS-CoV-2 fue nombrada como COVID-19 por la OMS, que en marzo de este año la declaró una pandemia, pues ya se había propagado en 114 países.

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Número de contagios y muertes

En los 17 meses que duró la pandemia por influenza AH1N1 –el fin del contagio se declaró en septiembre de 2010–, la OMS contabilizó más de 622,000 casos y 18,600 decesos en todo el mundo.

En México, en ese mismo periodo, se registraron 72,471 casos de influenza y alrededor de 1,172 decesos, de acuerdo con los anuarios de la Dirección General de Epidemiología . Y aunque el fin de la pandemia se declaró en septiembre de 2010, en el país los casos descendieron drásticamente en mayo de ese año.

En contraste, en poco menos de dos meses -desde que en febrero pasado el COVID-19 llegó a México- el país suma más de 11,633 contagios y 1,069 defunciones por el SARS-CoV-2, según la información proporcionada por la Secretaría de Salud.

El presidente de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, señala que el nuevo coronavirus es 10 veces más letal que la influenza -hasta ahora, ha dejado más de 176,000 muertos en el mundo-. Sin embargo, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, considera que, de acuerdo con la evidencia científica realizada en México, los niveles de letalidad son similares.

Tipo de pruebas

Hace 11 años, el gobierno mexicano adquirió cientos de tiras reactivas para realizar pruebas rápidas para detectar casos de influenza tipo A, que no sirvieron, según reconoció el exsecretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, en entrevista con Expansión Política .

Las pruebas de diagnóstico rápido arrojan resultados en 15 o 30 minutos y son solo un ensayo molecular de detección de virus, es decir, no arrojan datos precisos, por lo que el método no es recomendado por los expertos.

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Es por eso que en esta contingencia por COVID-19, las autoridades sanitarias descartaron emplear las pruebas rápidas y, en su lugar, se basan en las pruebas de laboratorio y en el modelo Centinela, desarrollado en México en 2006 para vigilar el comportamiento de la influenza estacional, y especialmente empleado en 2009 ante la epidemia de AH1N1.

A diferencia de las pruebas rápidas, el modelo Centinela es avalado por la OMS, pues ha resultado ser eficiente en epidemias como la de influenza, aunque en México existen dudas sobre los datos que arroja respecto a los contagios por SARS-CoV-2.

Las medidas

Aunque en 2009 la gripe tipo A no puso en cuarentena ciudades o naciones enteras, en México, el gobierno de Felipe Calderón instruyó medidas como:

  • La suspensión de clases en todo el territorio nacional.
  • La cancelación de actividades en sitios públicos (como mitines y conciertos; incluso, los partidos del Torneo de Clausura de Futbol y de la Liga Mexicana de Béisbol se realizaron a puerta cerrada).
  • La difusión de información sanitaria a través de los sistemas públicos y privados de televisión y radio.
  • El cierre de espacios como bibliotecas, cines o museos.

"No hay lugar más seguro para evitar contagiarse del virus de la influenza porcina que tu propia casa”, dijo el entonces mandatario en un mensaje a la nación.

En el Valle de México comercios pequeños y grandes cerraron de forma temporal, y sus habitantes se aislaron en sus casas.

Además, la Secretaría de Transportes y Vialidad local impuso a los conductores de taxis, microbuses y de otros transportes públicos el uso de cubrebocas y guantes, de lo contrario podían ser remitidos al corralón.

También puedes leer: Las contingencia redujo la movilidad en 67% a nivel nacional, según el gobierno

La mayoría de estas medidas abarcaron del 24 de abril al 11 de mayo, y poco a poco las actividades se fueron normalizando, aunque el país continuaba haciéndole frente a la epidemia.

Ante la llegada del COVID-19 a México, las autoridades sanitarias decretaron desde la fase 2 de la contingencia, una Jornada Nacional de Sana Distancia, que consiste principalmente en el aislamiento social y la suspensión de clases y de actividades no esenciales en todo el país.

Y aunque cada gobierno estatal fue tomando sus propias medidas, la Jornada de Sana Distancia inició oficialmente el 23 de marzo y se levantaría el 19 de abril; sin embargo, ante el aumento de casos de coronavirus, el periodo de la llamada "cuarentena" se amplió al 30 de mayo, y aún existe la posibilidad de que se extienda.

El impacto económico

En 2009, la Secretaría de Hacienda había previsto que la contingencia por influenza costaría 1% del Producto Interno Bruto (PIB), pero finalmente cayó 7%. Sus efectos contribuyeron en una crisis económica con repercusiones en los siguientes años.

En la actual contingencia, la Secretaría de Hacienda prevé una caída de hasta el 3.9% del PIB. Sin embargo, economistas de BBVA México estiman que PIB del país podría contraerse entre 6% y 12% debido al paro de actividades tanto en México como en Estados Unidos.

Mientras la influenza AH1N1 se convirtió en un virus estacional que circula principalmente en la época invernal -de diciembre a marzo-, la nueva cepa de coronavirus, aunque se prevé también circule año con año en el país, sigue causando incertidumbre en México y el mundo.

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