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Tatiana Clouthier y el “cuarto de guerra” de AMLO (capítulo completo)

En su libro 'Juntos Hicimos Historia', Tatiana Clouthier relata cómo conoció a Andrés Manuel López Obrador, su incursión en la contienda, el “control de los daños” y las lecciones de la campaña.
dom 10 marzo 2019 07:00 AM
Libro Tatiana Clouthier
Adelanto. Tatiana Clouthier narra cómo vivió esos cerca de 150 días de la campaña.

CIUDAD DE MÉXICO (ADNPolítico).– El papel de Tatiana Clouthier como coordinadora de campaña de Andrés Manuel López Obrador fue clave en la victoria del 1 de julio pasado, en la que el candidato de Juntos Haremos Historia recibió el respaldo de 30 millones de mexicanos.

Su estilo claro y directo, le permitió a la hija del excandidato presidencial panista, el fallecido Manuel de Jesús Clouthier del Rincón, apoderarse de una tribuna en la que supo transmitir el proyecto de nación de López Obrador.

En su más reciente libro Juntos Hicimos Historia, publicado bajo el sello de Grijalbo, Tatiana Clouthier narra precisamente cómo vivió esos cerca de 150 días de la campaña “entre cansancio, alegría, tensiones y miedos”.

En esa mirada hacia atrás, la ahora diputada federal aprovecha para relatar cómo conoció a Andrés Manuel López Obrador, su incursión en la contienda de 2018, el “control de los daños” y las lecciones de la campaña.

Con permiso de Penguin Random House Grupo Editorial te dejamos aquí el capítulo escrito por Tatiana Clouthier referente al “cuarto de guerra” de López Obrador, en la elección pasada.

El cuarto de guerra

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Una vez que acepté meterme de lleno a la campaña de Andrés Manuel, busqué aliados. Con quien trabajé de manera extraordinaria desde un principio fue con Martí Batres, uno de mis grandes apoyos. En muchas ocasiones, para responder a las crisis durante la contienda, me apoyé mucho en dos de sus libros; el primero fue El desastre del prian, que me sirvió para profundizar la razón de ser del proyecto alternativo de nación y entender de dónde venía la conformación de la narrativa de un movimiento incluyente, además de que meses atrás lo había presentado en conjunto con Alfonso Durazo, el maestro Bernardo Bátiz y Héctor Díaz Polanco; el segundo fue Morena y su identidad política, donde entendí las cinco cosas que unen a los personajes tan disímbolos que caben en el movimiento. En ese sentido, me fue muy fácil caminar y argumentar los propósitos del proyecto. Martí tiene una claridad impresionante. Me pasaba información y me ponía en claro los logros de Andrés en la Ciudad de México pues no sólo trabajó con él sino también los conocía al cien.

Mario Delgado y Jesús Ramírez son dos personas con quienes también trabajé muy de cerca. El primero fue secretario de Finanzas y de Educación con Marcelo Ebrard, en su gestión como jefe de Gobierno de la Ciudad de México (2006-2012), y el segundo fue el encargado de coordinar la estrategia en redes sociales de la mano de la mesa de los “lunes”, donde revisábamos y planteábamos la estrategia de comunicación hacia las vocerías y en las redes sociales o los mensajes con los que trabajaríamos en algunos videos.

Con César Yáñez, el leal colaborador de Andrés, ni se diga, tipazo, y tengo una extraordinaria relación con él. Laurita Nieto, la particular de Andrés, es una aliada amable y eficiente; y Alejandro Esquer, el responsable de la logística, y Denise Vasto, su asistente, quienes tienen una gran capacidad de servicio. Todos ellos son gente del inventario, pues están con Andrés desde 2000 o antes.

Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal también fueron buenos compañeros; a Bertha Luján la vi muy poco, y siempre nos apoyamos vía WhatsApp o por teléfono; a Julio Scherer Ibarra ya lo conocía y cuando necesité me apoyó, igual que con Rabindranath Salazar.

De Morena, ellos fueron con quienes trabajé muy de la mano. Con Yeidckol Polevnsky, presidenta nacional de Morena, al principio tuve muchas reuniones en el cuarto de guerra, después, con las dinámicas de viaje, la dejaba de ver; de repente llegaba a las reuniones, intercambiábamos pendientes, llamadas y datos; yo le pasaba cosas cuando pensaba que eran de su interés.

El trabajo, la comunicación y la organización fue totalmente horizontal durante la campaña. Andrés Manuel me repetía: “Tú nomás en la tele”; sin embargo, en el equipo teníamos que balancear porque había muchísimos programas de televisión a donde nos invitaban y al igual que compromisos con grupos sociales, Andrés decía: “Si no te alcanza el tiempo, no vayas”. No obstante, en el equipo concluimos: “No podemos dejar espacios vacíos”. Eso nos obligó a conformar un grupo de vocerías, si así le podemos llamar, donde estuvieron Luisa Alcalde, quien trataba con gran talento los temas relacionados con la juventud y las mujeres, e Irma Eréndira Sandoval. Al inicio de la competencia incorporamos a Olga Sánchez Cordero, y después decidimos no exponerla, protegerla un poco más, debido al puesto que ocuparía, además de que la invitaban a muchos eventos cerrados. El equipo de voceros también lo conformaban Martí Batres, Mario Delgado, Germán Martínez, Jesús Cantú, Luisa Alcalde, Irma, obviamente Yeidckol Polevnsky y al final Pablo Gómez y Jesús Ramírez.

En este punto la presidenta de Morena, me dijo que al interior del partido había inconformidad porque, argumentaban, siempre mandábamos a los mismos voceros a los programas de debate. Sin embargo, para mí era muy claro que debíamos atender los nichos de votos faltantes. De por sí, nuestros adversarios nos criticaron que teníamos dispersión de mensajes, porque nuestros planteamientos no eran 100% iguales, pues con más voceros se habría deslavado la narrativa. En las argumentaciones de los voceros había matices, mas eso nunca significó un problema, al contrario, se convirtió en una oportunidad más para salirse del guion tradicional. Los priistas y panistas querían vernos como ellos, robotizados, con todo el mundo diciendo las cosas de la misma manera. Nosotros compartimos el proyecto y cada quien lo explicaba con sus palabras.

Se hacían reuniones de coordinación de vocería y también un chat donde compartíamos los mensajes en los que debíamos ser inamovibles, ideas en las que teníamos que sostenernos, cuáles eran las problemáticas que había en la coyuntura y cuándo íbamos a ir a los debates. Seleccionábamos información para mandársela a los encargados de atender la vocería; en eso nos ayudó mi suplente, Carmen Almeida, quien les proporcionó capacitación a los voceros, enseñándoles cómo atender momentos de crisis, entre otras habilidades. Entonces, cuando la gente del partido reclamaba: “¿Por qué mandas a estos personajes otra vez?”, les respondía que si nuestro objetivo era jalar un cierto tipo de votos, no podíamos desperdiciar el tiempo con perfiles que fueran por el voto duro. Ya teníamos ese nicho y necesitábamos jalar voto que no era el que estaba con nosotros; entonces ahí me servían Germán Martínez y Chuy Cantú, teniendo el balance propio del partido con Mario, Martí, Jesús Ramírez, Pablo y la presidenta.

Los lunes nos reuníamos para el plan de comunicación, luego se fue intensificando el trabajo y nos juntábamos más días o dependiendo de cómo se presentaba la situación. Ahí estábamos Mario Delgado, Jesús Ramírez, Yeidckol Polevnsky, Jesús Cantú, Ceci Mendoza, Santiago Pando, Daniel Tovar, Daniel Sibaja, Iván Silva, Juan Pablo Espinosa, Carlos Salces, Jimena, Lujambio, entre otros.

Como ya he dicho en otro pasaje, las victorias tienen muchas madres, y ahora resulta que muchos dicen que ellos hicieron la campaña ganadora, y yo insisto que no es un trabajo de uno solo. A Juan Pablo Espinosa de los Monteros, coordinador del colectivo Abre Más Los Ojos, lo quiero mucho y su trabajo fue excepcional. José Antonio Casillas apoyó desde Monterrey y en las grabaciones. Había tres equipos que producían materiales audiovisuales; estaban Santiago Pando, el colectivo Abre Más Los Ojos y Heurística. Si alguien me preguntara ¿cuál fue el equipo que más influyó? Pues no lo sé. El único que tenía marca propia era Abre Más Los Ojos cuando empezó la campaña. Le dije a Juan Pablo: “Vamos a atender el nicho de mujeres y jóvenes”. Abre Más Los Ojos lo que hizo fue montarse en mis redes y yo estaba montada en la redes de Andrés. Me refiero a que, al tener este eco, resultó más fácil hacer lo que se hizo.

Por otro lado nos apoyó Jorge de los Santos, Carlos Mora, Carlos Lugo y Alberto Ley, un grupo de jóvenes de Monterrey y muchos más.

Sobre mi función, que fue dar la cara y describir con honestidad las ventajas del proyecto de Andrés, preguntaría ¿quién de los coordinadores de campaña era auténtico? Aurelio Nuño estaba encabritado porque no había sido el candidato, y a Jorge Castañeda estoy segura de que le dijeron: “Tanto por el puesto y después…”. En contraste, yo comuniqué mi experiencia porque creía y creo en el proyecto. Si alguien me dice “salte a vender tamales oaxaqueños” no vendo ni uno porque no me gustan; en cambio, si me dicen “salte a vender tamales de elote”, te los vendo todos. ¿Por qué? Porque la gente lo huele, lo siente y lo sabe.

La creatividad en publicidad y redes sociales fue clave para la victoria del 1 de julio. Y ese espíritu creativo comenzó a manifestarse mucho antes de que iniciaran las campañas. Prueba de ello es el eslogan “Ya sabes quién”. Esa genialidad surgió cuando Carlos Salces, Jesús Ramírez y José Antonio Casillas grababan los anuncios de televisión con Andrés, y ahí Casillas sacó la frase de “Ya sabes quién”. Yo creo que fue de las mejores frases y la más recordada.

Esta campaña fue más barata porque muchos de los estudios ya eran públicos. Entonces analizábamos esos estudios, encuestas y opiniones de diversos temas. También nos informábamos sobre cuáles eran los temas que estaban sobre la mesa, las preocupaciones en el subconsciente de la gente y qué estaba pasando en el mercado. Le dábamos seguimiento a esta información y hacíamos la planeación para toda la semana. Había programas de radio y televisión en los que ya teníamos a un vocero fijo. Por ejemplo, Germán Martínez iba con Ciro Gómez Leyva. Originalmente, el acuerdo había sido que yo iría siempre con López-Dóriga y con Loret, cuando empecé a viajar tuvimos que mandar a otros bateadores. Con Denise Maerker, el fijo era Mario Delgado, y a veces cambiábamos. En las noches, cuando el debate se hacía con los dirigentes de partido, pues evidentemente la titular era Yeidckol. En Si me dicen no vengo, de López-Dóriga, los designados eran Mario y Jesús Ramírez, después también fue Pablo Gómez, cuando Yeidckol lo incorporó. En El Financiero, las comisionadas eran Irma Eréndira o Luisa María; con Yuriria Sierra, Luisa estaba fija. Martí era el bateador emergente, o sea, en algún aprieto él nos apoyaba con Denise Maerker y Carmen Aristegui. Chuy Cantú también era comodín, pero él iba a TV Azteca a posdebates. Cuando yo no podía estar con López-Dóriga o Loret me cubrían Mario, Jesús o Martí Batres.

Ésa fue la dinámica que usamos. El lunes se decidía y Ceci Mendoza se encargaba de que se diera un seguimiento a los debates televisados y entonces con ellos se reunía información sobre cuáles eran los temas que estaban en la agenda para apoyarlos a través de las redes sociales. También veíamos cuáles temas podíamos posicionar cuando estábamos en una crisis. Por ejemplo, con el asunto de la amnistía nos dimos cuenta de que no estaba siendo bien recibida por la gente y que penetró muy bien el mensaje de los opositores, la gente tenía miedo de este tema y decidimos cortarlo. Abre Más Los Ojos tenía la tesis de que si lo explicábamos bien la gente lo podría entender. Sin embargo, nosotros dijimos que no. No estaba entrando y dejamos de hablar de eso. Incluso cuando nos preguntaban ya no contestábamos, y se enojaban. Nosotros ya sabíamos que teníamos un rechazo altísimo con este tema y poco a poco lo cortamos. En contraparte, empezamos a hablar del proceso de paz suprimiendo el asunto de la amnistía, ya ni mencionábamos la palabra. En cambio, los priistas y los panistas tenían la misma información que nosotros y estaban friegue y friegue con la amnistía de forma distorsionada.

El otro momento en que nuestros adversarios nos metieron en aprietos fue cuando quisieron cambiar la narrativa y utilizaron el sobrenombre de Primor (PRI + Morena).

Otra de las cosas que hicimos en el cuarto de guerra fue analizar qué temas queríamos despegar en esa semana, un poco para irnos apuntalando. Incluso los temas del debate eran los que se iban perfilando a lo largo de los últimos días. El propósito era llegar al debate ya con esos temas posicionados y facilitar, un poco, el trabajo para que estuvieran listos para cuando Andrés Manuel llegara al debate. También hacíamos estrategias para el debate o para determinados actos con ciertos hashtags.

Un momento que fue importantísimo, porque nos permitió ver que la gente se portó a la altura y que además el equipo encargado de redes mostró velocidad de respuesta, fue el 17 de abril de 2018, cuando el diario Reforma publicó un sondeo sosteniendo que 45% de los universitarios estaba con Ricardo Anaya, contra 21% que respaldaba a Andrés. Y empezamos rapidito a movilizarnos. Algunos de los grupos de jóvenes que apoyaban a AMLO sacaron un hashtag buenísimo, con el cual logramos ser tendencia y al día siguiente desplazamos el tema de la encuesta. El periódico Reforma después difundió la encuesta total y los números no reflejaban esa ventaja de Anaya, pero al darla desglosada como hicieron al principio se podía mostrar que benefició a Anaya. De hecho, al día siguiente, Reforma publicó la encuesta completa, que mostraba una diferencia total y donde se notó que podría interpretarse la noticia anterior como un sesgo.

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