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Morena puede convertirse en el PRI de la actualidad, señalan analistas

Morena domina junto con sus aliados 22 entidades, pero sus prácticas como el ejercicio personalista del poder o el clientelismo, lo pueden llevar a convertirse en el tricolor, advierten politólogos.
mar 07 junio 2022 11:59 PM
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Rumbo al 2022, Morena elegirá a sus candidatos mediante encuestas, de las que se prevé conocer sus resultados antes de que concluya el año.

El ejercicio personalista del poder, las prácticas de clientelismo electoral, la férrea disciplina de sus legisladores y la ausencia de democracia interna son prácticas que caracterizaron al tricolor y que fueron condenadas por Morena, pero que están siendo trasladadas a ese partido y que pueden llevarlo a convertirse en el PRI de la actualidad, coinciden analistas.

Francisco Reveles Vázquez, académico del Centro de Estudios Políticos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, señala que si bien –en términos teóricos– no puede hablarse de que Morena es un partido de Estado o hegemónico, las similitudes entre el PRI y Morena son evidentes.

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Solo algunas de ellas, expone, son el culto a la personalidad del presidente Andrés Manuel López Obrador, lo que en elecciones se potenció; la centralización del poder y de la toma de decisiones que ejerce –tal como lo hacía el tricolor– y la disciplina de sus legisladores y dirigentes.

“No sólo se parece al PRI, sino a partidos que tienen una visión muy electoral y cuyo objetivo es ganar los cargos a toda costa y se revela en este manejo que hace Morena desde la selección de los candidatos, donde no hay procesos democráticos, sino que se definen más bien por lealtad hacia el presidente o a los grupos políticos en el ámbito local”, apunta Reveles.

Morena ganó este domingo cuatro entidades de las seis que estaban en disputa lo que le dará 20 entidades a gobernar o 22 si se toman en cuenta las coaliciones con PES (Morelos) y el Partido Verde (SLP) y tendrá el control 16 congresos estatales.

Si se considera que Morena obtuvo oficialmente su registro como partido político en 2014, lo que se tiene es un crecimiento exponencial, pero politólogos advierten que también se hizo gracias a prácticas y estructuras que se han heredado del PRI.

En unos cuantos años Morena “se ha constituido en el PRI de este siglo, con una presencia regional muy poderosa pero con prácticas del PRI del siglo pasado” pero eso no significa que sus gobiernos locales hayan sido hasta ahora distintos a los del pasado, o que las prácticas de este nuevo partido dominante sean distintas a las priístas, valora Luis Carlos Ugalde, exconsejero presidente del Instituto Federal Electoral (IFE).

“Como hizo antes el PRI, Morena recurre a prácticas de clientelismo, de movilización del voto e incluso de coacción”, lo que junto con el control territorial le será ventajoso para el relevo presidencial de 2024, agrega el director de la consultora Integralia.

En la siguiente etapa, la de las campañas, se da un fenómeno en el que no se apuesta a contenidos programáticos sino que ese partido y sus abanderados “solamente reiteran las políticas del gobierno federal, usando la imagen del presidente, su discurso, sus palabras y que nos hace recordar la época del culto a la personalidad del presidente en la era del PRI”.

Incluso, en las elecciones hay prácticas que se cuestionaban al expartido mayoritario, el PRI, y ahora replica el partido guinda, señala el académico de la UNAM:

"Se viola la ley de manera muy descarada, con la operación política de gobernadores, presidentes municipales, no importa que sea fuera de horas laborales porque se usan recursos del gobierno, se moviliza a las personas, se presiona el voto y eso es muy parecido a lo que el PRI hacía”; reseña.

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La muestra fueron los procesos electorales de este domingo, pero incluso antes y durante las campañas, pues los aspirantes a la candidatura presidencial de Morena, la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum; el canciller, Marcelo Ebrard, y el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, se desplegaron en las entidades en apoyo a los abanderados; funcionarios y legisladores hicieron lo mismo.

Otro de los puntos clave de influencia presidencial es la mañanera: el principal motivo de denuncia de la oposición en las pasadas elecciones fue la permanencia al aire de las conferencias “mañaneras” del presidente Andrés Manuel López Obrador en las que, si bien no llamó al voto, en plenas campañas en seis estados, sí aprovecho el espacio para descalificar a los partidos y candidatos opositores, incluso hizo los calificó en esta temporada como traidores por votar en contra de su reforma eléctrica.

Así, el principal reclamo opositor fue la inequidad en la competencia política, irregularidad que Morena mismo cuestionó y litigó siendo oposición, contra exgobernadores como Enrique Peña Nieto, del Estado de México o Rafael Moreno Valle, de Puebla, quienes en su momento tuvieron un activismo menor al del presidente, pero que en su momento fueron denunciados.

Otra semejanza con el tricolor, reconoce Reveles Velázquez, se refiere a la práctica del “tapado” y el dedazo”, y que implica la decisión del presidente sobre las candidaturas, fenómeno que se aprecia ahora que el mismo mandatario federal abrió la carrera por la sucesión, pero también se vio a nivel estatal y que fue denunciado internamente.

“En general, son prácticas no democráticas que prevalecen en Morena, donde las decisiones de candidaturas han sido muy poco democráticas y más bien son resultado de la decisión de uno (el presidente) o de acuerdos entre grupos locales”.

Javier Rosiles Salas, profesor-investigador de la Universidad de la Ciénega de Michoacán (UCEMICH), coincide en que en términos teóricos no puede hablarse de que Morena sea un partido hegemónico, pues hay pluralidad en el país, los ciudadanos no le dan sus votos a un solo partido y hay mucha fragmentación política a nivel local.

Pero las estructuras priístas han migrado a Morena, expone:

“El PRI tiene una ventaja histórica que es el trabajo territorial y lo que estamos viendo es que estas estructuras muy bien aceitadas del PRI están mutando o votando a favor de candidatos de Morena”.

Indica que, siendo un partido nuevo, Morena “no es moderno”, pues echa mano de perfiles priístas o corporativos para ganar elecciones, lo que le impide presentar una oferta novedosa.

“Sin embargo al nutrirse de estos liderazgos añejos lo que hace es ganar elecciones como vimos este domingo. Pero no me adelantaría a decir que el PRI desaparecerá porque estas estructuras que antes respondían al PRI ahora están nutriendo a Morena. Pero no tendrían problema en cambiar de marca partidaria (otra vez) si así responde a sus intereses”, comenta.

Un ejemplo de esto que señala el experto es que apenas este domingo ganaron las principales entidades para Morena los expriístas Américo Villarreal, en Tamaulipas; Julio Menchaca, en Hidalgo, y Marina Vitela, en Durango, quienes se sumarán a otros expriístas hoy mandatarios estatales gracias a Morena.

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Disciplina de gobernadores, congresos…

Por su parte, Luis Carlos Ugalde establece que rumbo a la elección presidencial, Morena tendrá una capacidad electoral más potente que el resto de los partidos en el caso de la elección de presidente, debido al control territorial sobre más de 20 entidades, como ya antes lo tuvo el tricolor.

Pero otras implicaciones de los resultados del domingo serán que los gobernadores de Morena no harán ningún cambio, pues “usualmente se comportan como lo hizo antes el PRI, que tenía en ellos delegados o subalternos del presidente”.

Por eso anticipa que habrá aún más centralización del poder y de la toma de decisiones, ya que los gobernadores del partido guinda y aliados no representan ninguna voluntad propia frente al Ejecutivo, al contrario, “se mimetizan”.

“Y eso erosiona los contrapesos regionales al poder de la presidencia de la República y eso genera un estilo todavía más personalista del ejercicio del poder que ha tenido López Obrador”, augura.

Morena gana 4 de 6 estados y gobernará a más de la mitad de los mexicanos

Lo mismo ocurrirá con los Congresos estatales, totalmente disciplinados, se estima.

En ningún caso desde 2018, las bancadas de diputados locales de Morena y sus aliados han dejado de seguir “la línea” en asuntos de interés del presidente López Obrador, como lo han sido la aprobación de reformas constitucionales, para lo cual se requiere además de la aprobación del Congreso Federal, el aval de la mitad más una de las legislaturas estatales.

Ahora, resultado de las elecciones de este domingo esa Coalición Juntos Hacemos Historia refrendó triunfos en todos los distritos de Quintana Roo, por lo que de nuevo tendrá mayoría legislativa en esa entidad y mantendrá el control en 16 congresos locales. Y sólo faltaría un Congreso, en caso de buscar una nueva reforma constitucional.

Morena, aún por madurar

Reveles Vázquez explica los elementos que llevan a concluir que Morena no es ni un partido hegemónico ni uno de Estado y que quizá aún no lo es sólo porque tiene pocos años de vida y le falta tiempo.

Para ello requeriría una fuerza mayor entre la sociedad y que esta no diera ningún espacio a la oposición, “y eso todavía no lo alcanzamos a ver. Aunque la oposición está debilitada, todavía llega a arrebatarle a Morena importantes espacios de poder, como vimos ayer”.

Tendría, además, que ”depender financieramente del gobierno” no sólo por la vía del financiamiento público con que hoy cuenta esa y todas las fuerza políticas, sino por otros mecanismos; tendría que “contar con una lealtad a toda prueba” de parte de militantes y dirigentes, lo que no se observa del todo si se considera por ejemplo el proceso de relevo de la dirigencia, a fines de 2020, causó una confrontación interna y denuncias.

Pero sobre todo haría falta que fuese un partido más programático y que esto “lo colocara como una organización que pudiera superar y trascender la alternancia en el poder ante la ausencia del presidente López Obrador”, es decir, que los sobreviva y mantenga sus características como partido, lo que hoy está en duda por el fuerte control y ejercicio de liderazgo del mandatario.

“Por lo pronto, parece que si López Obrador, digamos que se aleja definitivamente de la vida política y partidista, pareciera que Morena no sería lo mismo que hoy. Podría tener una trayectoria diferente, y eso no ocurría con el PRI, porque cambiaba el presidente, el gabinete, y el PRI como partido de Estado se mantenía y no había grandes diferencias”.

Y con el tricolor, pese a los relevos “no habría enfrentamientos muy fuertes y ese partido servía como un espacio de conciliación, negociación para que los líderes de los grupos excluidos se mantuvieran en el partido en espera del próximo proceso de alternancia y les tocara a estos que no habían sido beneficiados. Eso todavía no se da en Morena”.

Sin embargo, señala “a la mejor sólo es por falta de tiempo porque es su primer gobierno presidencial, pero lo que se percibe es que las fracturas están presentes y de cara a la definición de candidato presidencial podrían hacerse más grandes”.

Rosiles, de la Universidad de la Ciénega, marca otras diferencias, pero estas en el origen entre ambos partidos, mismas que no los asemejan.

“El PRI es un partido que nace desde el poder y Morena es un partido para alcanzar el poder. Además el contexto en el que surge el PRI era de no la competencia y el contexto en el que surge Morena es de mucha competencia”, recuerda.

Ugalde precisa además que aunque todavía está por verse lo que ocurra en 2023 en las elecciones para renovar gubernaturas en el estado de México –que concentra al volumen más grande de potenciales votantes del país- y Coahuila, ambas entidades gobernadas por el PRI, el rápido crecimiento de Morena podría detenerse.

“Probablemente esté llegando ya a cenit es decir no puede estar creciendo y creciendo porque también tiene un límite”, considera aunque hoy por hoy es el mejor posicionado.

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