Sergio García García considera que su hermano se pudo haber salvado si tan sólo hubiera acudido una ambulancia o un médico a valorarlo.
“En el momento en que nosotros vimos que tenía oxigenación de 70% en ese momento hubieran ido y le hubieran controlado la neumonía.
“Llamas y reportas, luego el 911 ya no te llama para ver cómo estás, entonces es una llamada de sordos”, cuenta.
La advertencia de que sólo a través del 911 podrían ser referidos a un hospital y el miedo a que su hermano colapsara en una ambulancia sin rumbo seguro lo detuvo de intentar ingresarlo por su cuenta.
Ahora Sergio recuerda a su hermano Luis como un hombre sin miedo a empezar de nuevo: a los 62 años había comenzado a estudiar la carrera de Arquitectura, diseñó un sistema de construcción con base en PET y había instalado una fábrica junto a un grupo de amigos con los que se asoció.
“Era buen tío, buen papá y buen dicharachero; cuando supieron de Luis no imaginas la infinidad de apoyo y personas que hablaban. Se nos fue en un gran momento de su vida”, dice.
Sergio apoya con cargas de oxígeno al cuidado de su hermana Ana, de 66 años, también enferma de COVID-19 quien está en tratamiento bajo supervisión de un cardiólogo y ha dado signos de mejoría.
Para este trabajo se buscó una versión de la Secretaría de Salud capitalina, pero hasta el cierre no se obtuvo respuesta.