La Castañeda, el manicomio con que el Porfiriato ‘inauguró’ la modernidad
El número de pacientes que ingresaba era tal, que a muchos se les clasificaba como tranquilos si no perturbaban el orden del hospital.
Pese al encierro, los pacientes sabían los hechos revolucionarios. En 1915, zapatistas y carrancistas irrumpieron en el lugar, provocando alboroto y admiración.
Muchos pacientes estaban ahí porque las atmósferas familiares represivas de la época los hacían rebeldes y se les hacía pasar por desequilibrados
Los internos que padecían enfermedades contagiosas -sexuales o respiratorias- eran aislados.
Generaciones de médicos y enfermeras se especializaron en el Pabellón Piloto, dedicado a la investigación neurológica y psiquiátrica.
A los maniáticos se les bañaba con agua fría, a los melancólicos con agua tibia y a los alcohólicos se les sumergía la cabeza varias veces hasta casi ahogarlos.
Hoy parecería una locura festejar el Bicentenario con la inauguración de un manicomio, pero hace 100 años así se conmemoró el Centenario de la Independencia.
Pero para la élite intelectual y científica del porfiriato -como se le llama al periodo en el que gobernó Porfirio Díaz en México- fundar una institución psiquiátrica de la envergadura de La Castañeda en la Ciudad de México significaba entrar de lleno en la modernidad.
El 1 de septiembre de 1910, poco más de dos meses antes del inicio de la Revolución Mexicana, cientos de miradas atónitas contemplaban las imponentes instalaciones, pabellones y jardines de este hospital, cuyos fundamentos médicos tenían una fuerte influencia de la ciencia francesa, en medio de una atmósfera de lujo y progreso.
El también llamado Manicomio General funcionó hasta 1968 y albergó a más de 60 mil pacientes bajo la premisa de separación según el trastorno mental y el sexo.
Así, en un lugar lejos del centro, pero cerca de la naturaleza, se pretendía reformar la salud de los llamados "locos" mediante las ocupaciones, el aire fresco y la atención médica.
Sin embargo, estos intentos no fueron siempre exitosos y en torno a La Castañeda se forjó una leyenda negra de la que nunca pudo desprenderse.
Como afirma el doctor Andrés Ríos, investigador del Instituto de Investigaciones Históricas y curador de la exposición Imágenes de la locura , La Castañeda, como Lecumberri, “representó la posibilidad de controlar a aquellos sujetos que podían degenerar la raza bajo la lógica de construir una nación moderna ”.